¡No quiero tu amor! ©

Eiji

— ¡Es un trabajo grupal, no me interesa el número de integrantes, mientras no rebasen el número ocho! — El anciano acomodo sus lentes y lanzó una mirada superficial a todos los estudiantes. — El primero que encuentre que ha rebasado esa cifra, se va directo a su casa con un cero en el trabajo, ¿entendido? No son niños, pueden comprender eso facilmente.

Los trabajos grupales siempre conseguían ponerme nervioso. Detestaba el sentimiento de quedarme entre los últimos y tener que observar al resto de mis compañeros rezando para que no me quedase con ellos, hasta que el profesor lograba encontrar a unas victimas que obligatoriamente me aceptaban.

No. No estaba en la secundaria, ya no era más un crío.

No era lo mismo. Yo no era tampoco el mismo.

Sí, era diferente.

Pero, sí era así, ¿por qué todos se movían con alegría e interactuando sobre planes del trabajo? Lentamente, las personas libres iban desapareciendo y... yo, otra vez...

— ¡Ey, tú! — Una mano se posó en mi hombro, logrando que me pusiera más rígido aún. — También estás solo, ¿verdad? — Era la rubia, la amante de Jules. Se había colocado a mi vista, inclinándose sobre el escritorio y observándome con curiosidad.

— Sí. — Murmuré.

No deseaba estar con ella, para nada. Tenia el perfume del apestoso alfa en todo su cuerpo.

— ¿Te gustaría estar conmigo? — Ofreció sin mucha emoción en su rostro, para cruzarse de brazos. — Es decir, es obligatorio el trabajo en grupo y eres de los pocos que parece no querer enterrarme bajo tierra o llevarme a la cama.

Y, además, era una Omega. Como yo, pero ella no sabía cuál era mi género.

— ¿Y bien...?

Me desagradaba el olor de su cuerpo, preferiría estar lejos del peligroso Alfa y de cualquiera que se relacionara a él...

 Pero era más seguro que estar con ella, que meterme a la boca del lobo por involucrarme con otro peligroso desconocido.

— Sí, me parece una buena opción.

Sólo esperaba que mi camino no volviera a juntarse con aquel tipo. El tal Jules.