Jules

903 173 19
                                    

Él me odiaba, de eso estaba seguro...

— Eiji... — Saboreé el sonido de su nombre, sonriendo con pesar. —... Es un bello nombre.

Me quedé pegado a la puerta en todo momento, no me separé a pesar de las duras palabras de Isidora sobre alejarme. No me fui, aunque mis madres de acercaran o Kiki insistiera que bajara a jugar con ella; solo estuve allí, pensando en la soledad y agonizando del dolor que me causaba estar alejado a Eiji.

¿Cómo podía ser que mi corazón latiese con tanta fuerza con un hombre al cuál no conocía? No tenía sentido, pero aún así mis sentimientos existían.

— Ir por bus es peligroso, Eiji. No seas testarudo. — La voz de Isidora tan fuerte logró sacarme del mar de ideas de mi cabeza. La puerta se abrió y de allí, dos cabezas se hicieron paso en el pasillo.

Mis ojos se encontraron con los de Eiji, anhelantes por su mirada; pero lo único que encontré fue desprecio en el brillo de sus ojos café.

— La lluvia se ha detenido y he pasado aquí más de dos horas, estoy cansado. — Respondió a mi hermana, para luego ignorarme y moverse hacia las escaleras.

Ah, estaba usando mi ropa, ¡le quedaba tan grande que lo hacía ver muy lindo!

Me levanté para seguirlo, pero Isidora se me adelantó. Los tres bajamos las escaleras, persiguiendo al escurridizo Omega.

— ¡Ah, han bajado! — Ma se asomó de la cocina, sonriendo encantadoramente mientras cargaba a una soñolienta Kiki en sus brazos. Ella clavo sus ojos en él, viéndolo con clara ternura. — Al parecer hubo un altercado en la entrada, ¿todo está mejor?

Isidora se movió hacia el frente de Eiji, tapándolo de la vista de todos, como si lo protegiera. — Mucho mejor, ma.

— ¡Que bueno! — Lea le sonrió especialmente a él. — Es bueno conocer a un amigo de mis hijos, ¡soy Lea y mi adorable bebé es Kiki!

Mi pareja parecía debatirse si hablar o marcharse lo más rápido posible. — Soy Eiji, Arata Eiji. — Murmuró, finalmente.

Como un par de chismosos, el resto de mi familia se comenzó a asomar con curiosidad a través de la cocina, pero sin meterse. — Es un gusto conocerte, Eiji. — Dijo Lea.

— El gusto es mío — Balbuceó tímidamente, para luego acercarse a Isidora para susurrarle algo. — Quiero irme a casa, ábreme la puerta y déjame irme.

Ella hizo un puchero de disgusto. — ¡Para nada! ¡Seguro todo este inundado afuera!

— ¡No me discutas, me voy! — Gruñó, sin ninguna suavidad.

— Ah, puedo acompañarte hasta la estación de buses... — Dije, causando que todos me mirasen y el silencio reinara en la habitación.


¿Les gusta las ilustraciones que estoy colocando? 

Me gusta mucho el significado de las flores en mi historia, siento que es una forma que la representa bastante. 

 

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
¡No quiero tu amor! ©Where stories live. Discover now