Jules

879 171 35
                                    

Me dolía a horrores la nariz. Tantos olores y feromonas se mezclaban en el ambiente; no solo había betas y alfas, podría jurar que alguien invitó a omegas. Sólo deseaba que sin ninguna intención maliciosa por detrás.

— Quiero ir a afuera, me estoy ahogando aquí. — Coloqué mi vaso, casi vacío de alcohol, en el primer lugar que vi y comencé a caminar para buscar la primera puerta que me llevase para disfrutar aire fresco.

— ¿Y si mejor te quedas? — La chica alfa, quién se había pasado un buen rato conmigo y junto con Sebastián, se colgó a mi brazo para detenerme.

— ¡Vamos, Juju! ¡Quédate un ratito más! — Me codeo mi amigo, moviendo sus cejas con claro entusiasmo para que estuviera con la desconocida.

La cara de la chica era bastante bonita y agradable, pero... — ¡Lo siento muchísimo! — Atrape sus hombros, para alejarla de mí. — En este mismo instante, mi corazón y mi alma pertenecen a una sola persona.

Mi amigo se golpeó la frente y ella eliminó su sonrisa. — ¡Una persona a la cual te rechazo y te dijo que te odia, Jules!

— Yo también le dije que lo odiaba. — Me excuse ante Sebastián.

— Sí, sí, eso es muy creíble — Dijo. — Mejor, olvídate de él y ten un buen año sin lloriquear, como siempre frecuentas por si no lo recuerdas.

Enrojecí totalmente ante las crudas y verdaderas palabras de mi amigo.

Antes de poder hablar, la alfa soltó un sonoro chasquido con la lengua. — Mejor, olvídalo. Detesto el drama innecesario. — Y sin voltear a verme, se marchó sin remordimiento encima, perdiéndose entre la multitud de gente bailando o charlando.

Aprovechando de que mi amigo aún estaba sorprendido por el claro rechazo de la chica, comencé a alejarme con lentitud hasta que lo perdí.

Mejor volvía a casa. Compraría helado en el camino, perfecto para ver una serie esta noche y hundirme en la miseria de ser un joven adulto rechazado en el mejor momento de su juventud. ¡Yupi!

— ¡No te atrevas a tocar! ¡Tú, cara de... de...! ¡Ah, no importa, no me toques! — Un olor muy conocido logró llamar mi atención y me obligo a detenerme con abrupto. Y para mi sorpresa, mis ojos dieron con un Eiji que empujaba a un chico.

— Vamos, no necesitas gritar. Eres un omega muy travieso: vas borracho y sin collar, lo estás pidiendo. — Le susurraba el otro, tan asquerosamente cerca de su cuello.

Mis manos se endurecieron hasta el punto que me clavaba las uñas en mi carne, totalmente enojado. No pude saber cómo, pero ya estaba detrás de Eiji para sacarle las manos de ese pervertido.

Pero, sin mi ayuda, Eiji le pateo el estómago. — No me jodas, prefiero estar con la primera persona que estuviese detrás mío, antes que un baboso horrible como tú — El atacante me observo fijamente al percibir mi cercanía, logrando que él volteara a verme. — ¡No me jodas! — Eiji comenzó a hablar en otro idioma, seguramente insultándome en su lengua natal.

Pero no me importó cuanto fuera a molestarse por ayudarlo, atrapé al chico que lo estaba incomodando y lo empujé también. — Vuelve a acercarte a él y te arrancaré la garganta con mis dientes. — Gruñí, sintiendo mis colmillos crecer ante el claro descontrol. Sin dudar o pensárselo mucho, el chico huyo lo más rápido posible por el miedo.

— Ugh, podía yo solo, señor acosador. — Agrego Eiji, arrastrando ciertas palabras y mirándome con los ojos perdidos.

— ¿Estás borracho?

Él levanto una ceja, ofendido. — ¡Para nada! — Se tambaleo, riendo sin sentido. Para luego comenzara llorar, dejando caer diminutas lágrimas por su pálido rostro.

Me acerqué a su lado, totalmente asustado por el gran cambio de emociones. — No llores, Eiji. — Murmuré lo primero que se me ocurrió, sintiéndome como un idiota por no poder decir algo más inteligente. Intenté buscar desesperadamente un pañuelo, pero solo pude tenderle una sencilla servilleta para ayudarlo.

Él sonrió entre lágrimas, divertido al recibir el papel en sus manos. Su sonrisa sólo produzco calidez interminable en mi corazón.

— ¿Necesitas que te lleve a casa? Estás en terrible estado.

Eiji levanto su rostro, clavando sus ojos oscuros en mí y por primera vez, me observo sin odio o desprecio en su mirada. — No quiero... — Se tambaleo ante el empujón de un idiota caminante y se apoyó en mi pecho, buscando estabilidad en mí. — Bueno, sí quiero ir a casa. Pero te tengo miedo.

— Nunca te haría daño, Eiji.

Asintió, limpiándose sus lágrimas y mocos de forma muy adorable. — Lo sé, lo sé. Ah... es que me cuesta confiar.

Sonreí, sumamente feliz.

Era la primera vez que podía conversar con Eiji sin insultos o gritos de en medio, sólo... siendo sinceros.

— ¿Me dejarías llevarte a casa? Sin segundas intenciones, o mentiras. — Extendí mi mano, suplicando en mi interior que él la tomara y accediera. — Mi único deseo es cuidarte, Eiji.

Parecía costarle mucho pensar con la cantidad de alcohol en su sangre, pero al final: asintió y acepto mi mano. — Bien...


Me pone feliz escribir este episodio, ¡al final podrán tener acercamiento! *cries in happy*

Tambien quiero decir que lamento tanto mi desaparición, ¡la escuela es muy pesada! 

¡Gracias por leer, bellezaaas!

¡Gracias por leer, bellezaaas!

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
¡No quiero tu amor! ©Where stories live. Discover now