4. Jódete Betancourt

892 61 2
                                    

Ya no quiero estudiar.

Odio levantarme temprano para ir al colegio donde es más bien una estúpida cárcel para las personas para ser "alguien en la vida", seria alguien si no consumiera mi tiempo e ir a escuchar a personas que si les pagan para hacernos "entender" un supuesto tema funcional para la vida, lo único que agradezco del colegio es que gracias a aquella cárcel tengo amigos con quien pasarla bien si no sería dueña de muchos gatos a pesar de mi corta edad, ¡oh!, por cierto odio a los gatos, no me gustan para tenerlos yo de mascota pero si es de alguien más, obvio que me gustan.

Aquí estoy yo sin sentir mi trasero gracias a dos horas y media de conferencia sobre las drogas, suicido y cosas a los que estamos expuestos día con día, me es interesante el tema pero con la incomodidad de no sentir mi trasero no me agrada la idea mucho en estos precisos instantes, solo estoy rogándole a cualquier Dios, espíritu o ser divino para que la maestra Ibarra no encargué un estúpido reporte sobre esto, estoy hasta la coronilla de trabajos, lo único que me relaja es que de aquí toca un descanso mi trasero está sufriendo, al finalizar la conferencia tuvimos que esperar un poco más, ya quería salir de aquí.

—Hey, babosa —me dio un golpe en la nuca, yo solo miré casi ahorcando a mi mejor amigo.

—¿Qué quieres? —dije de mala gana.

—Te quiero —dijo sonriendo y fruncí el ceño.

—Sí, ajá, dime que quieres —dije cruzando mis brazos mientras alzaba una ceja*

—¿Ya no te puedo decir que te quiero de la nada? —dijo y alcé aún más mi ceja, —Está bien, me atrapaste, como siempre, quiero que vengas conmigo en el descanso, quiero tener un día con mi mejor amiga, hace mucho que no estamos solos tú y yo. —dijo haciendo un puchero de manera tierna, era cierto hace semanas que no estaba con él, es como un cachorrito, necesita atención y amor.

—Claro pulgoso, cuenta con mi hermosa presencia —sonreí guiñándole un ojo.

—La espero en la cafetería ¡oh gran reina pulga! —hizo una reverencia y reí.

—Te quiero —le susurré y abrió los ojos sorprendido.

—Vaya, sí que me extrañas, la última vez que escuché esas dos palabras fue en mi cumpleaños eso fue hace mucho —dijo sorprendido.

—Entonces aprovecha se hoy si estoy de humor para empalagos de tu parte —sonreí un poco y a Dominic se le formó una grandísima sonrisa, se acercó a mí y me dio un sonoro beso en la mejilla.

—Sabes, te voy a comprar unas Pringles originales —dijo sonriendo, —Te veo luego nena —me guiñó un ojo para salir del teatro.

Negué con la cabeza divertida, ese es un niño atrapado en el cuerpo de casi un hombre, sin duda alguna, sentí el peso de una mirada, miré a todas partes y noté que el profesor Espinoza estaba frunciendo el ceño, ouh, se me olvidaba que en el reglamento de esta institución prohíbe cualquier tipo de afecto físico, Espinoza es el más casto y virgen de aquí, ya que siempre le causa casi un paro cardíaco al ver hasta a dos personas tomadas de las manos, lo miré y le regalé una sonrisa de boca cerrada, Espinoza me devolvió la sonrisa, sin más me acerqué a mis amigas ya que estaban en un círculo.

Hmm, si tan solo supiera Espinoza que hasta han tenido sexo en su oficina "privada" de decano.

—Oigan niñas —todas me voltearon a ver, —No podré estar con ustedes en el descanso voy a...

—Oh por Dios, Emma está saliendo con alguien —chilló de la emoción Ania.

—¿Qué? —me preguntaron todas mis amigas a la vez.

Un Simple ErrorNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ