47. Secretos Que Deben Permanecer Ocultos

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DOMINIC VETTER.

—¡Es que como se te ocurre dejarla sola, Mai! —le grité con fuerza a mi amiga llevando mis manos hacia mi cabeza desesperado.

—Dime —le comenté viendo a la pelinegra lamiendo mis labios—. ¡Dime donde carajos vamos a buscarla si no viste a donde se fueron Walcott! —espeté.

—Dominic ya tranquilízate —me pidió Salt tomándome por los hombros para sentarme.

—¡No me pidas que me tranquilice Salt! —alcé la voz apartándome de su toque—. ¡No me pidan que me tranquilice cuando no sé qué le pasó a mi nena! —pedí respirando hondo—. ¡No sé dónde está y eso me causa conflicto!

Mi labio inferior tembló al mismo tiempo que mis ojos se llenaban de lágrimas espesas dispuestas a salir en cualquier momento.

Gray. Emma. Mi Emma estaba en alguna parte de la ciudad con esas chicas que lo más seguro es que le harían daño. Mi mandíbula se apretó al tan solo pensar en que ella estuviera lastimada o con algún moretón en su pequeño y delicado cuerpo.

—Debes de calmarte hermano. O'Farrell, Carter y Thom fueron a buscarla, pero debes de calmarte, te va a dar algo.

—¡No me voy a tranquilizar hasta que la vea y la tenga conmigo, Salt!

—Debo de ir a buscarla —comenté.

Caminé decidido hacia la puerta del departamento, iba a tomar las llaves de mi motocicleta que estaban en una porta llaves, pero la mano de Salt se atravesó en mi camino y tomó las llaves primero que yo. Un gruñido se escapó de mis labios al quedar con la mano en el aire.

—Dame las llaves —ordené sin paciencia.

—No.

Mi mandíbula se tensó tanto que podía casi romper mis dientes por la fuerza que ejercía en aquella zona. Mi cuerpo se giró hacia donde se encontraba Salt con las llaves en su mano cerrada en un puño.

—Dame. Las. Malditas. Llaves —ordené entre dientes viendo a mi amigo que en estos instantes no me importa estrellar su cabeza contra el piso para obtener esas malditas llaves.

—No vas a salir de aquí Domi.

Mi mirada se desvió hacia aquella chica de cabello negro. Mis puños se apretaron con fuerza hasta que mis nudillos quedaran de color blanco. Necesito buscar a Emma.

—Claro que lo haré. Iré a buscar a mi chica —declaré.

—¿Tu chica? —cuestionó confundido Salt.

—No me refiero a ese estúpido sentido, Salt. Gray no es mi novia ni nada de eso. Así le digo de cariño —expliqué—. Ahora dame mis malditas llaves o te obligaré a dármelas. No estoy de humor.

No soy una persona agresiva pero cuando alguien se mete con alguien que amo y más si es con Emma me desconozco completamente y sale un Dominic nuevo que hace temblar el maldito universo. Muy pocas veces me enojó a esta magnitud, pero cuando lo estoy nadie me debe de llevar la contraria o lo lamentarán.

—No te las daré. Estás muy alterado y puedes tener un maldito accidente.

—Me sabe a mierda si tengo o no un puto accidente. Dame mis malditas llaves que voy a buscar a Gray ahora —hablé con severidad.

No estábamos hablando de una conocida, compañera o amiga. Estamos hablando de la segunda mujer que amo con locura después de mi madre. Esa pequeña mocosa que me saca de mis casillas de vez en cuando pero aun así la amo con toda mi jodida alma. Ella ha estado en las buenas y en las malas conmigo, pero de nuevo le he fallado. No estuve con ella cuando esta mierda ocurrió. Es mi culpa.

Un Simple ErrorWhere stories live. Discover now