64. Perra Asustadiza

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Una semana

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Una semana.

Una semana ha pasado desde que me enteré por el mismo hombre que amaba que era la misma persona de la cual me había enamorado por primera vez. Me encantaría decir que eso no me afectó, pero como tomarían ustedes que les hayan mentido en la cara durante meses, todos me habían mentido, de eso no tengo duda. Todas las personas que creía ser mis amigos y personas que quería me mintieron. Dominic siempre supo lo de él. Siempre. Incluso mi familia lo sabía. Al día siguiente mi familia me lo dijo, incluso mi padre lo reconoció en cuanto lo vio, y ni se diga de mis hermanos y Joel. Ellos también sabían quién era Black, pero no dijeron nada, solo actuaron como si no fuera el culpable de mi primer corazón roto. Me sentí traicionada, desde ese día no le dirijo la palabra a nadie, más que a Dominic cuando es estrictamente necesario y solo le contesto con monosílabos. Mai, Bi y los demás chicos han estado tocando mi puerta desde que volvimos de Diamond, pero no quiero ver a nadie, no quiero verlos a ellos, no quiero saber si ellos me han mentido, pero lo más probable es que sí. Todo el mundo me mentía. Todo.

Aquí estoy al centro de mi cama de la residencia cruzada de piernas como indio viendo fijamente los regalos que tengo desde navidad sin abrir. He tratado de tomar valor en estos días para poder abrir específicamente un regalo, más de una ocasión traté de tirarlo a la basura, pero no pude. Algo en mí me decía que allí encontraría respuestas a preguntas que me no me han dejado pegar el ojo durante una semana. Estiré mis brazos dispuesta a tomar la caja, pero al casi tocarla me alejé de nuevo y me dejé caer de espaldas en la cama, mi cuerpo rebotó al igual que las cajas y unas cosas en la cama, pero lo que me hizo tener los ojos llenos de lágrimas fue que el peluche del conejo blanco había aterrizado cerca de mi pecho. Sentí el nudo en mi garganta al recordar como Black lo había lanzado hacia atrás en cuanto me vio salir del baño, él se veía tan preocupado por mí, sin duda era un buen actor. No sé si lo que vivimos juntos de nuevo fue una verdad o una mentira, ya no sé lo que es real o no. Solo sé que todo el mundo me mintió y eso me duele. No entiendo cómo pudieron hacer esto, Dominic. Mi hermano de corazón me había mentido junto con el chico que empezaba a amar, o más bien estaba enamorada, no me sirve de nada mentirme a mí misma, estaba enamorada de él, lamentablemente me volví a enamorar de la persona que me causó daño hace aproximadamente dos años.

Respiré profundamente a la vez que estiré mi mano y tomé por una oreja al señor conejo blanco que senté en mi pecho, con una pequeña sonrisa triste comencé a jugar con él para distraerme un poco. Cuando estuve un poco más tranquila me volví a sentar frente a las cajas, coloqué al señor conejo en el hueco que había entre mis piernas sentadito viendo hacia el frente.

—Espero que no se asuste si lloro como una bebé, señor conejo —le comenté al señor conejo acariciando una de sus largas orejas.

Tragué saliva con un poco de dificultad antes de por fin tomar entre mis manos el primer regalo, iba a abrir el regalo de mi familia antes que todos, dejaría su regalo hasta el último. Después de varios regalos después tomé el segundo regalo de Dominic. Era una caja un poco larga y estrecha, empecé a desenvolverla y casi se me salen los ojos cuando al fin supe que era, un celular nuevo, de última generación. Si le hablara le hubiera regañado como no tiene idea, era más que suficiente con los cinco libros que me había regalado y había desenvuelto hace unos minutos. Dominic está desquiciado. Yo solo meneé la cabeza con una mueca. Ahora tendré que ir a la fiesta de la facultad de año nuevo para devolvérselo. No lo puedo aceptar y él sabe que no lo aceptaré.

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