59. Entender A Besos

335 19 4
                                    

—¡Gray, apúrate que nos están esperando!

El grito de Mai fue tan fuerte que casi retumbaban las paredes de mi baño. Casi le regreso el grito con la misma fuerza, pero no lo hice. Odio que me apresuren. Entre más me presionan para que haga las cosas rápido siento que me tardo el doble. Claro, pero a Maite Walcott se le ocurrió decirme que íbamos a ir a los bolos como una hora y media antes de irnos. Estaba sudada por el ejercicio que fuimos a hacer al gimnasio, ni siquiera sé cómo puedo estar de pie ahora, estoy agotada. Y saben lo peor.

Que no he visto a ninguno de los chicos en todo el día, no he visto ni a Dominic, Thom, Salt, Carter, O'Farrell y mucho menos a Black. No sé dónde se han metido en todo el día y ahora resulta que vamos a salir todos a los bolos, genial. Si me hubieran dicho que íbamos a salir, no hubiera ido al gimnasio con Mai, ella empezó a hacer ejercicio hace un mes y medio, ella tiene más condición que yo. A ver si no termino dormida en las piernas de Dominic como aquella vez que salimos de campamento al cumpleaños de su padre.

—¡Betancourt!

—¡Ya voy, Walcott!

Le grité con la misma fuerza a Mai, no encuentro mi maldito tenis, ¿Dónde demonios lo puse?

Maldije en voz baja al nada más tener uno tenis puesto mientras daba una vuelta en la habitación en busca de mi otro tenis. Casi grito de alegría cuando lo vi cerca de la puerta del baño, corrí hacia él y me lo puse sin casi cuidado, corrí de nuevo hacia mi cama donde tomé la bolsa de mano que me regaló Mai en la mañana, que casualmente combinaba con el conjunto que tenía puesto, un pantalón de mezclilla de tiro alto que me quedaba un poco ajustado, un top negro de tirantes junto con una chaqueta de cuero que llegaba hasta la cintura. No suelo usar bolsas, pero si me regalan algo obviamente lo voy a usar.

Por lo menos iba vestida decente a comparación de la mañana, casi me voy en pijama por lo dormida que estaba, creo que ya no tengo el don de desvelarme mucho leyendo hasta altas horas de la madrugada sin que me pese.

Antes de llegar a la puerta le eché una mirada a toda mi habitación para verificar si todo estaba en orden y que no haya dejado algo fuera de lugar, una pequeña sonrisa se formó al ver en mi cama a mis dos nuevos compañeros de cuarto. Originalmente no me gustan los peluches, pero estos son diferentes. Estos peluches me los regaló Black, a parte son de unos de los personajes favoritos de mi primer libro favorito, eso los hacen más especiales.

—Hasta que, de dignas a salir, mujer.

Comentó mi amiga cruzada de brazos, yo solo me limité a rodear los ojos mientras le di la espalda para cerrar la puerta con llave para irnos de una buena vez. Tengo hambre desde las una de la tarde y ya van a ser las siete. Lo mejor es que no hable, ya que cuando tengo hambre me pongo de mal humor mediante pasan las horas. Cuando estuvo cerrada la puerta le hice una señal con la cabeza a Mai para irnos, ella no dudó en seguirme. Mi mirada se dirigió a mi brazo derecho al notar como algo se escabulló por ahí y luego se sujetó con fuerza. Era Mai que había entrelazado su brazo con el mío. Solo la dejé ser, también en la secundaria hacía lo mismo.

Los pasillos estaban bastante transcurridos el día de hoy, a cada paso que daba me sentía observada por las chicas que andaban por ahí y que de inmediato se hacían a un lado para que pasáramos Mai y yo. Desde que llegué a Hoffman he causado varios chismes como desde ser la novia del gran Dominic Vetter hasta ser la chica problema y a la que le deben de temer porqué es muy salvaje. La ultima si es algo cierto, solo con que me busquen van a encontrar. Desde la golpiza, no he visto a luciérnaga, siendo sincera es mejor para ella que no la vea o que no se me acerque porque no sería santa de mi devoción por lo que me hizo.

Y pareciera que la invoqué ya que, al salir por la puerta de la residencia, lo primero que vi fue ese característico color de cabello azabache que le quedaba ahora hasta la espalda alta junto con una pelirroja y una castaña que nos estaban dando la espalda. Un burbujeo que ahora sí sé que es enojo se hizo presente en mi estómago al identificar con quienes estaba. Mi mirada se desvió hacia un par de rubias que estaban cruzadas de brazos viendo mal a las tres chicas. Bi y Lili no se veían muy felices por ver que la pelirroja y la castaña estuvieran cerca de Jac y Salt.

Un Simple ErrorWhere stories live. Discover now