14. Parque De Diversiones

626 43 2
                                    

—Oye, en serio debería de volver —dije tratando de detenerlo, pero no funcionaba, era más fuerte que yo.

—Vamos, Emm, solo vamos a ir por un chocolate caliente, no te voy a secuestrar —me vio por arriba de su hombro sin soltarme de la muñeca.

—Sí, eso lo sé, pero en serio debo de decirle a Dominic que estaré bien —hablé tomando su muñeca con mis dos manos para tratar de detenerlo mejor pero aun así no podía.

—Mándale un mensaje —se encogió de hombros sin importancia.

Vaya, este chico sí que es terco—. En seguida vuelvo, solo le avisaré y regreso contigo —insistí.

—Sé que eres capaz de huir —detuvo el paso para girar su cuerpo y quedar frente a frente conmigo—. ¿Acaso crees que no notaba como huías de mi durante toda la semana?

—No huía de ti —mentí viendo hacia a otro lado.

—Claro que lo hacías, ¡todo el tiempo lo hacías!, cerca de los baños, los salones, en la salida, en los descansos, en los pasillos —dijo obvio.

Mordí el interior de mi mejilla para verlo—. Bueno... Tal vez si huía un poco, pero... —confesé y en mi cabeza algo pareció conectarse—. ¿Me estabas espiando? —cuestioné viéndolo incrédula.

—Claro que no, ¿por qué lo haría? —negó rápidamente con la cabeza mirándome como si estuviese loca.

—Entonces... ¿Cómo sabías en que parte del colegio estaba exactamente? —alcé una ceja acercándome a él.

—Casualidad —se encogió de hombros sin importancia para ver hacia donde pasó un automóvil.

Le miré burlona alzando ambas cejas—. Ah, ¿no? —negó nuevamente acomodando su cabello con su mano derecha—, es un poco raro, ¿no? cuando yo iba camino hacia la biblioteca, te vi a ti y a tus amigos en el salón de ciencias. Cuando llegué a la biblioteca a los pocos minutos aparecieron tú y tus amigos —sonreí burlona.

—Solo fue una simple coincidencia, no te emociones —tragó saliva rodeando los ojos para después cruzarse de brazos viendo hacia donde se encontraba el campo.

—¿Coincidencia? —asintió sin verme y solté una risita—, mentiroso —canturreé mientras mi sonrisa se agrandaba, él solo me miró aún cruzado de brazos.

—¿Me acabas de llamar mentiroso? —cuestionó con una ceja alzada, yo solo asentí sin borrar mi sonrisa.

Él solo asintió un par de veces sin verme, llevó su lengua hacia el interior de la mejilla haciéndola ver más grande, su mirada se dirigió a mí, mi sonrisa se borró al notar que su semblante mostraba seriedad, descruzó sus brazos y dio un par de pasos a mi dirección reduciendo la distancia entre nosotros.

—Repítelo —ordenó mirándome a los ojos, tenía que llevar mi cabeza hacia atrás para poder verlo tan cerca, mordí mi mejilla interna, me estaba poniendo nerviosa—. No soy mentiroso, Emma —negó con la cabeza para después dar pasos hacia atrás dejando una distancia prudente entre él y yo, lo cual agradezco.

—Sí lo eres —demandé cuando estuvo lejos de mí—. Nadie va a la biblioteca a comprar solo tres tristes hojas de máquina, una para cada uno, podías haberlas pedido en el salón —dije con burla.

—Era para literatura —se encogió de hombros.

—Claro que no —negué—. Admite que solo fuiste a la biblioteca a verme —sonreí.

—No te iba a ver a ti, necesitaba esa hoja para literatura —demandó.

—Literatura no te toca después del descanso —dije con obviedad cruzándome de brazos, pero abrí los ojos al darme cuenta de lo que había salido de mi boca.

Un Simple ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora