Era el verano antes de comenzar la escuela, y Aurora estaba preparándose para entrar a su último año en Hogwarts.
Los planes de tranquilidad y soledad cambian cuando su padre decide que el joven Malfoy se quedará mayor parte del verano en la Man...
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El día miércoles había llegado, y Aurora se estaba preparando mentalmente para la primera clase que tenía ese día.
Pociones.
—¿Nos toca con Slytherin? —preguntó Laura, con un gesto de asco en el rostro.
Para suerte de ella, le tocaba la clase con sus tres amigos, por lo que iban caminando juntos hacia las mazmorras mientras conversaban.
—Si alguno se atreve a tirarnos un maldito comentario, no dudaré en lanzar el caldero hirviendo sobre sus cabezas —gruñó Sonja, causando que Leon soltara una pequeña risa.
Sus nervios fueron aumentando cada paso que daban cerca del aula de Pociones, pues no se hablaban hace casi una semana, y Aurora aún no sabía cómo actuar frente a él sin que pareciera que lo quería comer completamente ahí mismo.
Tendría que hacer un esfuerzo muy grande para evitar su mirada, aunque ella sabía que sería imposible.
La castaña sólo deseaba poder sentir sus besos en su cuerpo, mientras ella tironeaba su cabello, retorciéndose del placer bajo su toque.
Pero eso sería bastante complicado debido a las obvias circunstancias.
Los cuatro llegaron a la sala al cabo de unos minutos, y vieron que la mayoría de los estudiantes ya estaban sentados en sus mesas.
Se dirigieron a una de las mesas vacías que tenía espacio suficiente para que todos se sentaran, y comenzaron a dejar sus materiales sobre la mesa.
Aurora vio a Emery sentada en la mesa que tenía al frente, por lo que evadió su mirada para evitar ser blanco de alguna humillación.
Lo que menos quería era sufrir alguna vergüenza en la clase de Draco.
—Ow, se me olvidó mi libro —se quejó Leon.
Ella lo miró con una sonrisa, y deslizó su libro para que quedara entre ambos.
—Podemos compartir, no te preocupes.m —dijo ella suavemente, causando que él se sonrojara un poco y bajara la vista con una sonrisa.
Ella solo rio ante la ternura que le causó, y terminó de sacar el resto de sus materiales.
—Buenos días estudiantes —la clase quedó en completo silencio al escuchar la grave voz del profesor.
Aurora lo observó mientras caminaba hacia el escritorio en frente, con sus pantalones y zapatos negros, una camisa blanca con una corbata negra, y por supuesto, sus gafas de lectura en su rostro.
—Como ya saben, seré su nuevo profesor de pociones durante todo su séptimo año —hizo una pausa, y se giró hacia el pizarrón para escribir su nombre—. Y espero de ustedes lo mejor, lo que significa que tendrán que...
