Era el verano antes de comenzar la escuela, y Aurora estaba preparándose para entrar a su último año en Hogwarts.
Los planes de tranquilidad y soledad cambian cuando su padre decide que el joven Malfoy se quedará mayor parte del verano en la Man...
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—¡Y dijiste que sí! —exclamó Sonja a su mejor amiga— No puede ser, ¿te darán créditos extra? Bueno, no creo que necesites eso, Malfoy te podrá pagar de otras formas... si sabes a lo que me refiero —dijo ella en un tono pícaro, moviendo sus cejas.
Después de esa conversación con McGonagall, Aurora aceptó de inmediato; pero no porque era Draco Malfoy, si no porque le tenía miedo a la profesora.
Aurora rodó los ojos, ignorando el comentario infantil de su mejor amiga.
—Estoy segura que mi padre tiene algo que ver con esto, no hay manera de que sea idea del colegio, ¿cuándo has visto que hayan asistentes para los profesores?
—Bueno, pero ¿qué problema hay? Aurora, podrás tener más tiempo con él —Sonja suspiró, algo estresada por las quejas de la castaña.
—No es eso... es que... ¿No será más sospechoso? Estaremos mucho más tiempo juntos —explicó ella.
—Aurora, basta —advirtió su amiga—. Van a estar juntos por un tema de la escuela, nadie va a sospechar nada. ¿Puedes dejar de quejarte y relajarte un poco? Piensas mucho la situación.
Negó con la cabeza, y se echó de espaldas a su cama.
—¿Qué crees que usa Laura para que su pelo sea tan lindo? —dijo, sin dejar de mirar al techo.
Aurora alzó una ceja, con una expresión entretenida en su rostro.
—No sé, nunca me había detenido a ver su pelo —se burló ella.
Sonja no pareció darse cuenta, porque solo asintió con la cabeza mientras jugaba con sus dedos.
—Hablé con Nicholas.—soltó abruptamente.
—¿Qué, cuándo? —frunció el ceño, con su atención puesta completamente en la chica recostada a su lado.
—Tenías razón —suspiró, y se dio vuelta para ver a su amiga—. Se lo tomó bien. Todo está bien entre nosotros.
—¿Y él cómo está?
—Me dijo que necesitaba un poco de tiempo... y claro, entiendo, su novia acaba de dejarlo porque le gusta una chica.
Volvió a mirar hacia el techo, con ambas manos entrelazadas sobre su abdomen.
—Tranquila, ya verás como todo vuelve a la normalidad —trató de calmarla.
[...]
Ya era domingo por la tarde, y Aurora se encontraba en la biblioteca como todas las semanas. Desde tercer año, acostumbraba a ir todos los domingos a leer en la tarde, sólo porque lo disfrutaba.
Sonja a veces la acompañaba, pero eso siempre terminaba en otros estudiantes callándolas constantemente porque siempre terminaban riendo mientras conversaban.
