Era el verano antes de comenzar la escuela, y Aurora estaba preparándose para entrar a su último año en Hogwarts.
Los planes de tranquilidad y soledad cambian cuando su padre decide que el joven Malfoy se quedará mayor parte del verano en la Man...
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—¿Segura que te vas a quedar acá?
Sonja le preguntó por décima vez a su amiga — era la última salida a Hogsmeade antes de navidad. Aurora no tenía ánimos de salir, lo único que quería era acostarse y dormir todo el día.
—Sí, no te preocupes.
Sonja asintió y salió de la habitación, dejando a Aurora sola completamente.
La castaña se encontraba echada en su cama, leyendo un libro cualquiera — la verdad apenas estaba tomando atención, su mirada pasaba por encima de las letras pero no parecía poder concentrarse en nada de lo que veía.
Cerró su libro, tirándolo a un lado para luego echarse en su cama y suspirar. Se pasó sus manos por su cara antes de dejarse caer completamente.
Se sentía tonta por seguir esperando una carta de su padre que nunca llegaría, pero quería creer que todo estaba bien.
Si algo le hubiese pasado, ella sabría, ¿no?
Aurora decidió que podría ir a tomar una taza de té con la señorita Pessel — ambas se habían vuelto muy cercanas, y ella no podía negar que conversar con Gina le subía el ánimo siempre.
Era lindo, la mujer jamás la forzaba a decir cosas, como haría cualquier persona tratando de consolar.
Ella sólo comenzaba a conversar de plantas mientras servía taza tras taza de té.
Al llegar a su sala común, Aurora se encontró con un silencio tranquilizante. Los chicos más pequeños era probable que estuviesen en el patio — pues eran las once de la mañana — y el resto seguramente estaba en Hogsmeade comprando regalos de navidad.
Se dirigió directo al salón de Herbología, con la esperanza de que estuviese ahí. Si no estaba ahí, sinceramente no tenía otro plan.
Los pasillos estaban vacíos, y habían un par de estudiantes sentados en el patio cuando Aurora pasó por ahí.
Estaba vestida con ropa normal, pues era sábado y ese día no habían clases, lo que le hizo pensar a Aurora si es que realmente la profesora estaría en el aula.
—Aurora —una voz masculina la llamó, causando que ella parara en seco y girara hacia el origen de ella.
Tragó saliva al ver a Warren parado frente a ella con libros en sus brazos.
—Oh, hola —saludó.
No hablaban hace dos meses más o menos, y ni siquiera recordaba su existencia si no era porque lo veía en algunas de sus clases.
Warren se acercó a ella lentamente, mientras dejaba sus libros dentro de su bolso.
—¿Cómo estás? —preguntó el, una mirada neutra en su rostro.
