Capítulo 45: Sed de sangre.

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Fue como si el tiempo corriera de forma diferente desde el momento en que me secuestraron

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Fue como si el tiempo corriera de forma diferente desde el momento en que me secuestraron.

Al principio sentí que llevaba días en este extraño lugar, completamente a oscuras.

A veces jugaba con Barret, cantando sobre cómo iba a sacarles las tripas a todos los vampiros que se involucraron en esto. A veces, solo me quedaba en silencio, intentando organizar mis pensamientos.

Ahora, gracias a los entrenamientos con Aria y todo lo que ella me explicó, fui capaz de percibir, aunque de una manera muy débil, todo lo que estaba a mi alrededor. Quizás era porque estaba dentro de una burbuja de magia rodeándome que ahora podía ver incluso sin utilizar la vista. Porque la magia era comunicativa, si estabas dispuesta a escucharla.

Me encontraba en un transporte, posiblemente un camión. Dentro, solo se encontraban dos vampiros manejando, mientras el híbrido tenía la orden de vigilarme. De hecho, incluso Barret estaba incómodo. No tenía un asiento ni nada para sí mismo, por lo que con cada movimiento del camión se tambaleaba de un lado a otro. Había querido preguntarle porque no creaba con magia algo para él, pero supe que mis recientes capacidades debían mantenerse ocultas.

Era un factor que me beneficiaba, sobre todo si ellos no tenían idea de lo que era capaz de hacer. Y dado que yo tampoco lo tenía del todo claro, lo más sabio era callar.

Cuando mis habilidades comenzaron a aparecer, fue entonces que noté que solo habían pasado algunas horas. El sol se había ocultado hacía mucho, por lo que deduje que sería medianoche.

El tiempo sí que se hacía eterno cuando eras secuestrada por vampiros híbridos que querían amenazar a un rey para que dejara el poder.

—Barret —llamé su atención.

—¿Qué?

Como ya había descubierto, su paciencia era mucho menor que la mía. Y eso ya era decir mucho.

—No tienes por qué tratarme con tanta sequedad —me quejé.

—¿Qué desea, mi reina? —preguntó con sarcasmo.

—Tengo que ir al baño.

Había estado aguantándome las ganas como una campeona, pero conforme pasaron las horas, mi reloj biológico me advirtió que ya era hora de hacer mis necesidades. O este secuestro podría ponerse un poco asqueroso.

—¿Qué? —exclamó con incredibilidad.

¿Qué era tan extraño? Era una humana, tenía necesidades fisiológicas. Si no le gustaba, bien que podía abstenerse de secuestrarme y así no tendría que lidiar conmigo.

Pero no, al niño le gustaba la idea de secuestrar humanos. ¡Y esperaba que todo fuera pan comido! ¿Los brujos no tenían que usar los baños o qué?

Sacudí la cabeza, sin querer ir por ese camino. No quería saber sobre las necesidades de los brujos.

Donovan Black (En edición)On viuen les histories. Descobreix ara