Capítulo 20: Eso no es un perro.

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Los primeros días en el castillo fueron un tanto... complicados.

No fue tan caótico como pensé en un principio, pero tampoco fue tan fácil. Fue un proceso un poco lento, algunos días siendo mejores que otros.

Donovan me explicó, de manera superficial, que todos los habitantes en el castillo eran vampiros, pero solo más leales a él. Aquellos en los que él tenía total confianza, personas con las que se crio y a quienes siempre vio como parte de su familia.

Además, dio la orden de pasar desapercibidos para nosotros. Y gracias a sus sentidos desarrollados y gran velocidad, era poco usual ver a las personas que vivían aquí.

Por eso a veces se sentía como vivir en un inmenso lugar solo para nosotros, con las excepciones de los guardias que se encontraban en cada esquina. En su mayoría eran hombres, pero también había notado a algunas mujeres. Ellos nunca abandonaban sus posiciones, siempre vigilando, como si estuvieran esperando para enfrentarse a alguna amenaza.

Al principio todo fue un poco tenso, pero las cosas simplemente comenzaron a fluir con el pasar de los días.

—Señorita Juliette —saludó Marilyn con una gran sonrisa.

—Hola. ¿Estás muy ocupada? —pregunté, sintiéndome un poco nerviosa.

—Siempre estoy disponible para lo que usted necesite.

Era un poco extraño, pero confiaba en Marilyn. No tenía una vibra tan oscura como la mayoría de los vampiros. Era como una florecilla en medio de un campo de batalla.

Y ella era en gran medida responsable de los cambios en mis hermanos menores.

—Los chicos tuvieron el repentino antojo de comer galletas —pedí, sintiéndome avergonzada—. Las haría yo misma, pero la última vez que lo intenté terminó en una catástrofe. Creo que los dulces no son lo mío.

Era una escena vergonzosa de admitir, pero era muy mala en todo lo que venía siendo repostería. Cocinar no se me daba mal, pero lo demás...

—No se preocupe, señorita Juliette. Ya mismo me pongo en ellos.

Me quedé en la cocina, dispuesta a observar los movimientos de Marilyn, mientras pensaba un poco en todo lo que había pasado los últimos días, esperando a que la vampiro se distrajera para cumplir con la verdadera misión que me encargaron.

Ver a mis hermanos felices no tenía precio. Julia se la pasaba sonriendo, sintiéndose rápidamente en confianza. Saludaba a todos los vampiros con los que nos cruzábamos. Al principio se sacaban de onda, pero conforme los días pasaron, notaron que sólo era una niña muy dulce, así que bajaron la guardia con ella.

Pronto todos comenzaron a esperar ansiosamente sus saludos por las mañanas. Incluso se peleaban por quien sería su escolta durante el día. Los vampiros a nuestro alrededor no eran tan aterradores como pensaba en un principio, pues todos cayeron bajo el encanto del huracán Julia.

Jake, en cambio, siempre estaba receloso. No le gustaba cuando los vampiros se acercaban mucho a nosotros, como si tuviera algún tipo de sexto sentido. No le molestaba Donovan o Marilyn, pero sí que le sacaba de quicio Camille. Ni siquiera soportaba estar en la misma habitación que ella.

No sabía a qué se debía. Camille me juró que nunca le había hecho nada, solo que el chico parecía odiarla sin razón alguna.

Y Justin... Bueno, le agradó saber que retomaría mis estudios. Incluso prometió ayudarme con mis tareas si lo necesitaba, cosa que se me hizo adorable.

Sin embargo, cada día se veía un poco... Diferente. Algo en Justin no estaba del todo bien. No sabía si se trataba de que odiaba algo en este lugar o algo así, pero se mostraba un poco más retraído de lo normal.

Donovan Black (En edición)Where stories live. Discover now