Capítulo 35: Sonambulismo.

4.3K 735 194
                                    

No supe en qué momento me quedé dormido. No supe si fue ella quién tiró la toalla primero o si fui yo quién decidió que ya era más que suficiente. Acurrucados, después de explotar del placer, terminamos dormidos uno al lado del otro.

Los vampiros nos considerábamos seres nocturnos porque no necesitábamos dormir como lo hacían los humanos. Cuando sentíamos cansancio, bastaba con dormir un par de horas y ya estábamos como nuevos.

Pero después de utilizar mis habilidades, solía dormir por algunos días. Era una habilidad peligrosa que usaba todas mis energías. No solía usarse a menos que se estuviera en peligro de muerte, pues me dejaba completamente debilitado y fuera de la ecuación.

No esta vez, noté con diversión. La sangre de la reina era algo fascinante. Me tentaba a explorar que otros beneficios podría traerme. Me sentía revitalizado y más fuerte que nunca, solo por morderla.

Y de repente, como si pensar en mi reina despertara todos mis instintos, noté que ella no se encontraba en la habitación.

Fruncí el ceño de inmediato, sintiendo una nueva ansiedad que nunca antes creí que experimentaría. Pero despertarme sin ella a mi lado trajo un millón de malos pensamientos y antes de darme cuenta, ya estaba saliendo de mi habitación, vistiéndome en el proceso.

Salí descalzo, colocándome un pantalón a duras penas. Mis pensamientos estaban tan enredados que no me sentía capaz de coordinar mis movimientos.

¿Fue mi abuelo? ¿Fue acaso esa su venganza por mi ataque? ¿O quizás era mi madre quién estaba detrás de todo esto? Si le habían tocado un solo cabello...

La encontré allí, en el pasillo. Desnuda, con los rayos de la luna iluminando su silueta. Por un segundo creí que se trataba de la reencarnación de alguna diosa. Su cabello caía por su espalda libremente, moviéndose con la brisa. Caminaba lentamente, sin hacer un sonido.

Dormida, noté. Estaba caminando dormida.

Había escuchado alguna vez de ese fenómeno en los seres humanos. Sonambulismo, una condición que afectaba a una gran cantidad de personas, pero que yo nunca esperé que Juliette fuera parte de ellas.

No debía despertarla, tenía entendido. Lo mejor era guiarla de vuelta a la cama con cuidado.

Me acerqué a ella, notando que sus ojos estaban abiertos, pero era como si no pudiera ver que estaba frente a ella. Su mirada era vidriosa y no parecía enfocar nada en particular.

—Vamos a la cama, criaturita —intenté llevarla, pero se sacudió de mí con facilidad y siguió caminando.

No iba a lograr nada haciéndola enfadar, noté sintiéndome un poco desorientado aún.

Iba a seguir su camino, con o sin mí. Así que decidí volver a mi habitación y tomar una de mis camisas negras, una que pudiera quedarle grande y tapar su cuerpo desnudo. No quería que se encontrara con algún guardia o que le diera frío.

Juliette tenía un cuerpo sano y fuerte, pero yo acababa de morderla. Sus defensas podrían encontrarse un poco bajas.

La encontré de nuevo cuando comenzaba a bajar las escaleras. Sentí que el corazón se me iba a salir del pecho al verla así, considerando lo peligroso que sería para ella caerse, así que corrí hasta ella y la ayudé a bajar.

Ella se dejó hacer, tomando mis manos. Noté que las mías temblaban un poco, lo que me hizo sentir un poco avergonzado. No temía en mostrarle lo mucho que me preocupaba por ella, pero tampoco me sentía cómodo mostrando cuan vulnerable era a su lado.

Cuando llegamos al segundo piso, giró sus pies hacia la dirección de sus hermanos, como si ese fuera su plan desde el principio. Antes de que diera un paso más, le puse la camisa sobre la cabeza y ella misma me ayudó a ponérsela.

Donovan Black (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora