Capítulo 30: Winter is coming.

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—¿Qué? —preguntó en un tono extrañamente frío.

Mi mirada cayó sobre sus puños apretados. Su mandíbula se tensó y gracias a la conexión entre ambos supe sus intenciones. Aunque lo supe, no pude hacer nada para evitarlo.

Fue solo un parpadeo. En un segundo, él estaba a mi lado. Y al siguiente, estaba agarrando a Brett del cuello y elevándolo unos centímetros del suelo. Ni siquiera Elliot pudo detenerlo.

La enfermera gritó. Al parecer, había estado limpiándole las heridas a Brett, segundos antes de que el vampiro enloqueciera.

Donovan solía ser alguien impulsivo, sin embargo, algo me dijo que nunca antes estuvo tan furioso como en este momento.

—¡Donovan! —gritó Elliot, usando la magia para intentar separarlos.

Sin embargo, tal y como sospechaba, la magia no tenía efecto cerca de Brett. No podría intervenir incluso si quisiera.

Sentí un poco de satisfacción al notar que había acertado mi teoría. Cuando me lancé sobre Brett, Elliot también intentó separarnos. Era fascinante ver la magia actuando, incluso cuando no lograba sus objetivos.

El brujo me miró, como si estuviera diciéndome que debía actuar. ¿Qué? No era mi asunto si Donovan le daba una golpiza. Él fue quien no tomó en serio su advertencia.

Sin embargo, como él insistió, no tuve más opción que intentar apaciguar el incendio que estaba a punto de explotar en nuestras caras.

—Creo que yo ya me encargué de defender mi honor —mencioné, conocedora de que él estaba atento a mí.

Sus ojos rojos impactaron contra los míos, como si estuviera retándome. Y aunque consideraba que Brett era un idiota, tampoco consideraba que la situación fuera para tanto.

—¿De verdad te atreviste a insultar a la reina de los vampiros? —preguntó Donovan, directo hacia Brett quien parecía tener problemas para respirar.

—No soy la reina —refuté, aunque nadie me escuchó.

—Te lo advertí el primer día, Brett. Y sabes que no soy de decir las cosas dos veces.

Sus ojos brillaron como rubíes y fue ahí cuando supe que la situación se estaba saliendo de las manos.

Si Elliot no podía hacer nada, entonces era mi hora de intervenir.

—No puedes matar a alguien con tantos testigos —dije medio en serio, medio en broma.

—Por supuesto que puedo —replicó.

Me acerqué a Donovan con tranquilidad, mientras notaba la mirada suplicante de Brett hacia a mí. Con un sonido que se me antojó como un gruñido, comenzó a bajarlo lentamente. Brett tosió con fuerza apenas pudo respirar, pero el vampiro no perdía sus ansias asesinas.

Me aferré con fuerza a su brazo, notando su tensión. Si él lo quisiera, podía soltarse, sin embargo, pareció pensarlo mejor. No disminuyó en su enfado, lo cual se me hizo sospechoso.

Tenía que aprender a lidiar con esa clase de comentarios, porque era algo que la mayoría diría. Y aunque sonaba horrible, no estaban tan lejos de la realidad.

Sí que me aprovechaba de la posición de Donovan. No me había metido en su cama para lograrlo. No aún, al menos. Pero lo hacía. Me refugiaba en el poder del monarca de vampiros para mantenerme a salvo.

Porque hablando objetivamente, mis hermanos y yo éramos solo conejos que se terminaron metiendo en un territorio lleno de depredadores.

—Así que lo golpeaste —retomé el tema, como si nada hubiera pasado.

Donovan Black (En edición)Where stories live. Discover now