Capítulo 33 (+18): Uy, como que hace calor aquí.

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Advertencia: Este capítulo contiene algunas escenas subidas de tono. 

Espero que lo disfruten.

A veces, cuando las cosas comenzaban a salir mal, me gustaba recluirme en mi mente

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A veces, cuando las cosas comenzaban a salir mal, me gustaba recluirme en mi mente. Comenzó cuando estaba en el instituto y todos se enteraron que trabajaba en un mal lugar. Los rumores de que era una prostituta se extendieron como la pólvora y todos a los que llamé mis amigos se apartaron de mí.

Se intensificó cuando comencé a tomar trabajos cada vez más desagradables. Así evitaba notar la mirada lujuriosa de aquellos hombres a los que servía en aquel bar de mala muerte. Así evitaba notar la lastima con la que me miraba la jefa en la librería.

Evitaba pensar en la enfermedad de mi madre, en el alcoholismo de mi padre, en el temor de Julia a estar sola, en la reciente apatía de Jake, en la sobreprotección de Justin, en mis propios sentimientos.

Sin embargo, cuando aquel vampiro me golpeó con toda su fuerza, decidí que no podía seguir ocultándome en mi mente cuando todo estuviera mal.

Hice un esfuerzo sobre humano para no terminar en el piso. El dolor impactó con fuerza en mi mejilla, provocando que sangrara por la parte interna. El sabor de la sangre me generó nauseas, por lo que decidí escupir en el piso, sin importarme guardas las apariencias y sin importarme lo asqueroso que resultaba escupir sangre en el suelo.

Solté un quejido por la bajo, clavándome las uñas en la palma de la mano, pero sin dejar de mirarlo a los ojos con firmeza.

Algo cambió en el segundo en que mi sangre tocó el suelo. Antes sentía la atención de todos sobre mí. Pero eso no se comparaba con la desagradable sensación de ser una presa dentro de una jaula con los mayores depredadores de la historia.

Ojos brillaron hacia mí y tuve miedo.

Un escalofrío me recorrió entera, mientras mi mente viajaba a toda velocidad, intentando encontrar una solución a mi reciente problema.

Dominik Black dudó, como si no supiera que debería hacer. Su intención no había sido golpearme a mí, sino agredir a la joven atemorizada a mis espaldas. Pero ya era demasiado tarde. El tenso silencio que envolvió el salón fue la antesala de que algo malo estaba a punto de suceder.

—Sangre —escuché murmurar a mis espaldas.

—Es la reina —respondió alguien más.

El título ya no se veía halagador. Mi sangre ya era un problema incluso antes de sentarme en aquel trono. Camille lo había dicho. Ahora que Donovan me nombró su reina, me convirtió en el alimento más atractivo para todos los vampiros existentes.

Y lo demostraron al abalanzarse sobre el suelo, desesperados por probar una gota de la sangre que acababa de escupir.

—¡Donovan! —grité, atemorizada. Porque una parte de mí lo sabía.

Donovan Black (En edición)Where stories live. Discover now