Capítulo 9: No hagas bebés.

24.5K 3.7K 1.7K
                                    

Me quedé paralizada por un segundo. Mi hermano me miró con el ceño fruncido, como si estuviera intentando entender la conversación que se llevaba a cabo frente a él.

Pero si debía ser completamente sincera, ni siquiera yo entendía muy bien lo que estaba pasando.

¿Donovan le había hecho algo a mi padre?

—¿Te encargaste? —pregunté, un poco asustada.

Por un segundo, sentí miedo de él. Era un vampiro, un ser extremadamente peligroso. Podía hacer con los humanos lo que le viniera en gana en tan solo un parpadeo.

Y también era la misma persona que se pasó la mañana haciendo el desayuno, intentando no despertarme.

—Ya no tienes que preocuparte por eso —asintió.

Sin embargo, sus palabras solo podían significar la ausencia de mi padre en casa. No sabía cómo sentirme respecto a ello, sin embargo, pasado unos segundos, decidí que no me importaba tanto como debería.

Después de todo, se trataba del hombre que nos traicionó.

—¿Qué? ¿De qué hablan? —interrogó Justin, confundido.

Donovan se llevó un dedo a los labios, diciéndome que me mantuviera callada.

Y aunque dudé, terminé por asentir. No hablaríamos del tema en este momento.

Como si la presencia de Donovan en la casa siempre hubiera estado allí, los chicos se acostumbraron a su presencia en tiempo récord, siendo un poco revoltosos. Tal parece que tenían demasiada energía y no hallaban como drenarla. En días como este, solía llevarlos al parque, para que corretearan por todo el lugar libremente. La casa era demasiado pequeña, por lo que no tenían a dónde ir.

Jake y Julia peleaban, como todos los días. Se llevaban poca edad y ambos eran lo suficientemente revoltosos como para no llevarse bien todo el tiempo. Aunque sabía que se adoraban mutuamente, a veces se comportaban como si quisieran sacarse los ojos el uno al otro.

Mi cabeza dolía y mi nariz no paraba de sangrar, no me sentía nada bien. Justin se encerró en la habitación, tomando una siesta.

Y Donovan... Bueno, el vampiro había desparecido a mitad de la mañana, sin decir nada al respecto.

—Julia, por favor... Solo baja la voz —pedí en una súplica.

Sentía que en cualquier momento mi cabeza explotaría. Quizás a causa del estrés. Quizás por las pocas horas de sueño. Pero me sentía peor que nunca en mi vida.

Algo no estaba bien conmigo.

—¡No! —gritó, enfurecida. Su pequeño rostro estaba completamente sonrojado a causa del enojo—. ¡Él dijo que me tocaría a mí jugar hoy!

Peleaban por una pequeña consola de videojuegos que teníamos. Era muy antigua, de cuando yo era una niña, pero era lo que tenían para pasar el rato dentro de casa.

Jake solía creerse el dueño y señor de la consola. Y Julia no lo aceptaba. Usualmente la pelea terminaría con la intervención de Justin, quien solía estar atento a los turnos de juegos en los niños.

—Deberías compartir un poco más, Jake. No me hagas quitártelo y que ninguno de los dos juegue.

Ambos me miraron alarmados. Esa era la manera perfecta para acabar con las discusiones. Ellos sabían que, si yo lo tomaba, no volvería a dárselos hasta luego de un par de semanas. De mala gana, Jake accedió a compartir. Al menos jugarían un rato entre ellos, sin discusiones, sin peleas.

Se fueron corriendo hacia la habitación, cuidando de no despertar a Justin.

El silencio reinó por un segundo.

Donovan Black (En edición)Where stories live. Discover now