Capitulo 4 Empatia II

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Con los pasos apresurados y las lágrimas sonantes en su andar, Lune regresó a la prisión de Antenora, quería estar tan lejos de Minos y su prisión como fuera posible y el palacio del juicio del juez Aiacos deba precisamente eso que él quería, un refugio. Se encontraba en las profundidades del inframundo, muy cercas de Cocitos, la última prisión en donde quería mandar a su esposo en ese momento.

Lo qué pasó momentos antes aun le parecía increíble, una parte de él intentaba justifícalo. Realmente consideró que no estaban haciendo nada malo, es decir, cuando vio a Afrodita estaba vestido y sentado en el sillón, no estaba desnudo envuelto en la sábanas del su cama, - -como uno esperaría encontrar a su esposo y su amante- de igual forma Minos, él estaba vestido y por lo poco que pudo ver él si estaba sentado en la cama, pues estaba algo arrugada la sábana, como cuando te quedas horas en el mismo lugar del colchón. Quizás simplemente estaban platicando, pero él envuelto en ira y celos pensó lo peor. Sin embargo, esos pensamientos se entorpecieron cuando recordó lo que hace más de un mes pasó, como Minos  lo corrió literalmente y le embarro en la cara a su nuevo amante, lleno de ira por esto, omito y maldijo la idea anterior.
Iba tan molesto que su rostro blanco estaba completamente rojo al igual que sus ojos por el llanto, y eso lo noto Aiacos que lo encontró en el pasillo del aquel palacio del juicio, al verlo volver vio la  misma horrible pinta con la que lo corrió.

- Te dije Lune que no volvieras hasta haberte bañado y ... - interrumpió su diálogo cuando Lune simplemente pasó a su lado dejando solamente un sollozo tras él. Esto lo preocupó, pues viéndolo bien, lucia un peor de cuando lo sacó de la prisión- oye espera - fue tras él-

- ... - Lune no se detuvo, ni siquiera lo escuchaba-

- Espera, dije - lo tomó del brazo y detuvo su camino-

- ... - Al detenerse, limpio sus lágrimas-

- ¿Qué te pasó? - sonó preocupado el del cabello azul y en gesto de empatía lo volteó de la forma más gentil que pudo, viendo así su llanto y su rostro con esa expresión de dolor y decepción que a cualquiera pudo haber conmovido-

- ... - Lune desvió la mirada y limpio su rostro, no contestó la pregunta -

- Ah - soltó un respiro- Minos, verdad - afirmó y sintió como el brazo de Lune se tensaba, dándole así una respuesta afirmativa- ven con migo - lo jalo -

- ¿A donde? - se resistió, creyendo que quizás lo quería llevar de regreso con Minos, dándole así una oportunidad a su amigo de explicarse-

- Solo ven con migo - lo jalo mas-

- No - se resistió más-

- ¡Que vengas, carajo! - lo jalo con más fuerza y lo hizo caminar detrás de él-

- Suéltame - intentaba resistirse, pero Aiacos no hizo caso, y con la mano libre abrió un portal donde había tanta luz que le lastimó los ojos al albino -

Tapó sus ojos para evitar que está lastimara sus llorosas  pupilas y conforme los segundos pasaron se iban acostumbrando a la luz del sol, quito su mano lentamente y se dio cuanta que no era lo que él había pensado, el lugar donde estaban no tenía nada que ver con Minos.

- ¿Dónde estamos? - preguntó el albino-

- En mi país natal, Nepal - contempló la ciudad y sus templos budista que sin duda traerían paz a su nuevo ayudante-

- ¿Qué hacemos aquí? Aiacos- replicó a su compañero-

- Vamos a curar tus heridas - lo jalo y camino rumbo a uno de esos templos-

Lune no entendía a qué se refería con "heridas" pues físicamente no tenía nada. Decidió dejar de poner resistencia pues al menos no estaba cercas de Minos y eso ya le daba consuelo.

Sacrificio Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ