Capitulo 11 El otro lado del engaño

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Camino a uno de los barandales que rodeaban el acantilado donde la fiesta se celebraba, el lugar era envuelto por la soledad y como fondo el sonido del mar, poso sus manos en la barandilla de roca que era forrado con vegetación, esperaba que el viento salado calmara su corazón. Desató su corto cabello y permitió que la luna lo iluminara, dejó que el aire lo moviera. Sincronizó su respiración con las olas del mar, el viento salado se llevó también sus lágrimas y dejó que su mente viajara al pasado, al dulce pasado donde su felicidad se hallaba.

Recordó una noche en especial, una en la que habían peleado, fue una discusión fuerte, tan grave que hizo que Minos saliera del inframundo, lo sabía por qué sintió su cosmos en el mundo de los vivos , y en medio del coraje él se quedó dormido. A la mañana siguiente despertó y al no encontrarlo se enojo aún más.

Sin pensarlo se alistó a trabajar, abandonó el nido de amor y salió al juzgado. Durante el transcurso del día se adentro en su trabajo y pasado ya unas horas, lo escuchó, era música e inmediatamente vio la mano de Minos que le invitaba al baile, sin decir nada, solo comunicándose con la música y una sonrisa en su rostro, era la señal de reconciliación.

No lo pensó dos veces tomó su mano y su invitación al olvido, dejó que él lo guiara en ese mudo momento, sintiendo como sus brazos curaban su coraje cambiando esa ira en amor, en ternura.

Minos era la guía para demostrarle que sin palabras y solo con movimientos, podía demostrarle que su amor, era más fuerte que cualquier pleito que tuvieran. Mientras Lune se fundía y se derretía con los movimientos delicados de ese fino vals que sonaba.

Después de eso, vino a su memoria el hecho de que Minos comenzó a salir mucho, siempre con un motivo diferente. Realmente no le dio importancia, pues al ser un juez era obvio que sus obligaciones eran otras. Pensó que quizás eran misiones secretas que ordenaba la señorita Pandora o quizás él mismísimo señor Hades, cualquiera que fuera la razón, él confiaba que regresaría cada noche y dormiría a su lado, compartirían lo que hicieron en el día acompañados con una copa de vino.

Cada que Minos regresaba traían con él algún detalle, una rosa, un tulipán, un girasol, otras veces le lleva una orquídea púrpura, después le obsequió lirios stargazer, también le entregaba claveles, margaritas y la noche anterior a su separación le dio un camelia. Y cada que le daba una flor le preguntaba si  sabia su significado, Lune negaba con la cabeza y Minos simplemente se limitaba a besar su frente.

Remembro y prestó más atención a la noche anterior a su separación. Esa noche Minos había vuelto antes de lo normal, y fue más mucho más amoroso de lo acostumbrado.

Él estaba en el juzgado, terminando el último juicio del día, se puso de pie y comenzó a ordenar la papelería restante como actividad final, fue entonces que escuchó el abrí de la puerta.

- No puedes enterar si autorización - respondió el Balgor sin dejar de hacer sus deberes-

- Mira nada más, me encanta esa forma tuya de ser tan estricto - respondió Minos mientras entraba y cerraba la puerta tras él -

- Mi rey - le dirigió la mirada y llenó de amor le llamó. Dejó todo para acudir con su amado-

- Mi rey - el juez lo beso al ternero cercas, lo abrazó, teniendo cuido con la flor que llevaba en la mano-

- Regresaste antes - le sonrió y como siempre le buscó alguna herida que debiera curar -

- Fue sencilla la misión - respondió, sin quitarle los ojos de encima-

- Entiendo - dejó de revisarlo al no encontrar nada - ven, vamos a nuestra habitación, debes estar exhausto - lo tomó de la mano y lo dirigió a la salida-

Sacrificio Where stories live. Discover now