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~Quién no le tiene miedo a la muerte no le tiene miedo a nada.

Hace una hora me desperté y no había rastro de Alessio en la cama, este no fue caballeroso yéndose a dormir a otro sitio, en cambio; me dijo que podía acostarme en el suelo si no quería compartir el colchón con él. 

Me levanté de inmediato y mientras me dirigía a la habitación de Tiago escuché unas voces provenientes de una de las puertas a las que no debía entrar. 

¿Sabes lo que es escuchar a personas hablar en un idioma que no comprendes, pero aún así saber que hablan de ti?

Bueno, así me sentía en ese momento.

—Non mi fermerò finché l'assassino non sarà caduto —espetó una voz áspera. Por el tono, era notable la molestia en sus palabras.

Ya tenía media hora escuchando tras la puerta de la habitación donde estaba reunida toda la familia Castelli y, un hombre que no conocía. Pero a juzgar por todo, tenía la certeza de que era el esposo de mi prima.

Sí, era masoquista. No entendía nada, pero aún seguía ahí, creyendo que por lo menos dirían algo que pudiese comprender.

—Henrrik, si è suicidato. Hai sentito cosa ha detto il medico legale —habló Taliah, buscando entrar en razón a aquel hombre.

—Sto aspettando gli altri risultati. Li apprezzo davvero, ma se stanno coprendo questo crimine non mi dispiacerà esporli alla mafia italiana.

De esto solo entendí "Mafia italiana". Sabía el significado de la primera palabra, mas no de la segunda; pero intuía que tenía que ver con algún país.

—Luz aveva un tatuaggio con la corona? —interrumpió Tiago.

—Sì. Cosa c'entra?

Escuché que alguien se acercaba a la puerta y salí disparada.

Me dirigí hacia la habitación de Tiago y, una vez dentro cerré la puerta. Caminé hasta sentarme en el sillón. Tenía tantas cosas qué pensar y averiguar, comenzando por quién fue la persona que le arrebató la vida a Fabiola; porque estaba claro que yo no había sido. A qué se refería mi madre en aquella carta y lo poco que dijo Luz, porque por lo que pude comprender; ambas quisieron advertirme de lo mismo.

Visualicé que la cama estaba tendida, pero el reloj encima de la mesa delataba que Tiago había dormido allí. Algo que me agradaba del muchacho era que así como elaboraba un asesinato, asimismo era en todos los aspectos. O eso creía...

Miré hacia abajo de la cama y pude ver como algo sobresalía de allí. Me puse de cuclillas y metí la mano, sacando una caja blanca de madera, era muy bonita y de gran tamaño. Me acomodé encima de la alfombra y la coloqué sobre mis piernas. Dudé en si debía abrirla, pero la intriga fue más grande y no me detuve. Al levantar la tapa y dejarla a mi lado, me encontré con varias fotografías, cartas y unas lentillas rojas. Agarré la primera foto, visualizando a un chico muy atractivo, lo que más resaltaba de él eran sus peculiares ojos violetas y aquella sonrisa deslumbrante, parecía que la habían sacado desprevenido porque no posaba exactamente ante la cámara. Le di la vuelta, leyendo la caligrafía curvada "Así se pone cuando mencionan el nombre de la chica". Devolví la imagen a la caja para sacar un cuadro pequeño, allí posaban Tiago y el chico de la otra foto, uno al lado del otro. Ambos estaban vestidos con traje y esbozaban una sonrisa de boca cerrada. El chico parecía ser alguien importante, pero no entendía la razón de que estuviese ahí, escondido.

El misterio que me persigue ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora