20

15.2K 1.5K 1.7K
                                    

Capítulo dedicado a x_ymra Gracias por tus comentarios. ❤❤❤

Cuando Tiago dijo que podía ayudarme a distraerme pensé muchísimas cosas menos esto.

Habíamos salido de Serfol hacia la ciudad del este, la cual era todo lo contrario a mi pueblo. Era un lugar muy bonito, moderno y caro. Por poco se me olvidaba que Tiago era adinerado, por no decir estúpida y asquerosamente millonario. No era que me hubiera hablado de su vida, pero no había que decir mucho: con tal de comprar la casa prohibida de Serfol se podía notar el poder que tenía su apellido, sin mencionar que él y toda su familia tenían un porte sin comparación. Taliah, su madre, era diseñadora, Tiana modelo, y su padre y hermanos mayores parecían empresarios.

Además, eso de la mafia italiana. No sabía mucho acerca del tema, pero me imaginaba que algo de dinero debía generar.

Ahora que lo pensaba. No sabía nada de Tiago, apenas nacionalidad, nombre y un apellido. No tenía idea de cuántos años tenía —parecía llevarme al menos dos o tres—, si estudiaba o trabajaba, aunque bueno, no había rastro de los dos últimos.

—Aquí nadie te conoce —dijo girando el auto en una esquina—. Pero igual hay que tomar medidas.

—¿Ya has estado aquí?

Esta vez él no había utilizado el aparato ese para ver la dirección.

—Sí —su voz sonó lejana. 

Aparcamos delante de un edificio gigantesco. Bajamos del auto y antes de entrar cada uno me tomó del brazo. Esbocé una pequeña sonrisa y comenzamos a caminar hacia la entrada.

Traía puesto un vestido negro que se adaptaba a mi cuerpo, tenía una abertura en una de mis piernas haciéndome lucir provocativa. No estaba nada mal, pero me sentía un tanto expuesta.

—La próxima vez dame más tiempo para vestirme.

Él me había dicho que escogiera algún vestido de los que Tiana había dejado, pero al estar apurandome para que me de prisa me puse lo primero que encontré.

—¿Por qué? —Me dio un pequeño vistazo.

—Muestro demasiado. —Seguí caminando con autoridad, reprimiendo el deseo de bajarme el vestido que se subía cada vez que daba un paso.

—Puedes no llevar nada, si quieres. Créeme, eso no me enojaría.

Reí, él siempre tan amable.

Engel iba a mi otro lado guardando silencio, estaba muy entusiasmado mirando todo el lugar. 

Llegamos hasta la recepción y tuve que abandonar el brazo de ambos chicos. Tiago se acercó a la barra y comenzó a hablar con el hombre que llevaba un uniforme negro con dorado.

—Señor Castelli —saludó el recepcionista—. ¿La de siempre?

¿La de siempre?

Sí, y una extra, por favor —pidió amablemente.

—¿Una extra? —pregunté incrédula.

—Sí, otra habitación. 

—¿Para qué otra habitación?

—¿Qué se hace en una habitación, Adelin? —preguntó, divertido.

—Muchas cosas —le devolví la sonrisa con un poco de picardía—. Así que elige una sola para los tres porque se me ocurren mil maneras de demostrárselas.

El hombre que lo estaba atendiendo apretó los labios para no reír, pero cuando Tiago se giró hacia él se puso serio.

—La de siempre —dijo y le entregaron unas llaves.

El misterio que me persigue ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora