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Estrujé mis ojos y me removí un poco antes de sentarme en la cama. Hacía mucho tiempo que no dormía así de bien. El lugar estaba hecho un desastre, había ropa mojada por todos lados. Anoche, después de un polvo y dos tragos más, a Engel se le ocurrió la gran idea de cumplir una de sus fantasías sexuales; tener sexo en el agua. Así que Tiago nos llevó a su suite presidencial, donde terminé haciendo un trío en cada rincón del lugar, y cumpliendo la fantasía de Engel en un jacuzzi y luego en una piscina.

Sí, tuve una muy buena madrugada. Una muy movida.

Respiré profundo antes de levantarme de la cama y buscar mi cartera. Después de una larga búsqueda sin resultados, supuse que se había quedado en la otra habitación. Me senté en la cama, irritada, yo estaba desnuda y no había más que ropa mojada para ponerme. Levanté la cabeza y miré el clóset, Tiago siempre era precavido. Me acerqué y por supuesto, había más ropa de la que incluso yo tenía. No me atrevería a ponerme un vestido de esos sin bañarme, así que acabé poniéndome una camiseta holgada.

Salí de la habitación y fui directo a la cocina. Tiago estaba sentado en la encimera con un paquete de galletas en las manos.

—Buenos días. —Me acerqué a él y le di un suave beso en la boca.

Él levantó la mirada y me miró confundido.

—Tengo hambre —le dije sentándome en una silla.

Frunció más el ceño.

—Pensé que desayunar no era lo tuyo.

—No lo es, pero siendo el caso de que hace unas horas vomité todo lo que tenía mi estómago, veo conveniente comer.

Él me miró detenidamente por un par de segundos.

—Engel te preparó una sopa antes de irse. Si no quieres eso puedes llamar y pedir que te traigan lo que sea que quieras comer.

Se me había olvidado que Engel había encontrado a sus hermanos y debía regresar con ellos.

—¿Sopa?

—Para la resaca, Adelin.

—No tengo resaca.

Tiago entrecerró sus ojos hacía mí antes de seguir comiendo sus galletas.

Tenía tanta hambre que devoré todo en cuestión de segundos. Ni siquiera pensé en lo que podía significar, cada vez que Engel me hacía de comer y luego se iba era porque quería evitar un tema, pero su carácter evitativo no le permitía dejarme sin comer. Me quedé muy pensativa, ¿qué tema él quería evitar? ¿El trío?

Pero no duré tanto sin saber lo que pasaba.

Miré con confusión a Tiago cuando una muy afectada Tiana apareció en mi campo de visión. Tenía toda la cara colorada y bajo sus ojos llorosos descansaban unas bolsas oscuras. Con manos temblorosas se acercó a mí y depositó varias hojas de papel en mis piernas.

La miré desconcertada, ella tragó profundo y desvío su mirada. Se notaba muy afligida y algo me decía que el contenido de esas hojas tenía todo que ver. Observé con detenimiento como Tiana se sentó en el mueble y comenzó a llorar.

Cuando vi las lágrimas que corrían por las mejillas de la castaña, algo en mí comenzó a apagarse, sentí una presión en el pecho... un mal presentimiento. Agarré la hoja y al leer la primera oración supe lo que había pasado.

Lamento no haberme despedido como era debido, pero espero que esto cuente como un adiós. Escribo esto mientras estás dormida, te veías tan tranquila que no quise despertarte. Creí que tenía más tiempo, que podría crear más recuerdos antes de que todo sucediera, pero lamentablemente las cosas no fueron así. Y ahora me doy cuenta que debemos decir las cosas inmediatamente la sentimos, porque cuando queremos hacerlo es demasiado tarde. Adelin, no me enamoré de ti desde el primer día que te vi, sin embargo, cada segundo que pasaba contigo me hacía preguntarme "¿Por qué no la conocí antes?". El amor que siento por ti no creció de la noche a la mañana, pero con el tiempo te volviste la persona más importante en mi vida. Sé que me quieres, quizá no de la manera que yo lo hago, pero no me arrepiento de darlo todo por ti; si tuviera que hacerlo lo haría de nuevo.

El misterio que me persigue ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora