Capítulo 30 - Abogados

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Mi abogada llegó a recogerme al día siguiente. Tan profesional y callada como siempre. Condujo en silencio varios minutos, hasta que de la nada preguntó:

―¿Tú mataste al primo de Evan?

―¡No! ―respondí horrorizada― Yo nunca he matado a nadie.

―Bueno ―respondió serena―, asegúrate que ellos lo sepan.

Cuando llegamos al edificio de justicia, Evan ya estaba en la entrada, lo acompañaban su familia e Isabela. Se veía tan guapo, llevaba puesto el traje que habíamos comprado el día anterior, su cabello y su barba bien recortados. Yo llevaba un traje muy similar al de él, pero con pantalones de manga ancha y zapatos de tacón.

Me saludó con un beso en la mejía y aprovechando el acercamiento me preguntó.

―¿Estás nerviosa?

―Sí, mucho ―le dije. No había notado la presencia de la prensa, hasta que los flashes comenzaron a estallar sobre nosotros.

―Mejor esperamos adentro ―dijo Evan tomándome del brazo.

Entramos a las oficinas donde nos iban a interrogar, solamente acompañados con nuestros respectivos abogados, lo demás tuvieron que esperar afuera. Evan fue primero, yo me quedé en la sala de espera con Patricia, mi abogada.

Me parecía que Evan ya había estado allí adentro siglos, pero revisé el reloj colgado en la pared y para mi sorpresa no habían pasado ni treinta y cinco minutos. Patricia estaba sentada con la pierna cruzada en el sofá de enfrente, tenía puesto un traje muy hermoso: la falda era negra con líneas verticales de color gris, una faja negra en la cintura y una blusa llena de coloridas flores bordadas. Ella se miraba imponente con ese atuendo. Tenía el cabello largo y brillante, ojos alagados; nariz delgada pero prominente; labios gruesos y oscuros; piel broncea; pómulos sobresalientes; rostro redondo; Patricia parecía una antología que recogía los mejores atributos de la gente de Tze Kyaq.

 Tenía el cabello largo y brillante, ojos  alagados; nariz delgada pero prominente; labios gruesos y oscuros; piel broncea; pómulos sobresalientes; rostro redondo; Patricia parecía una antología que recogía los mejores atributos de la gente de Tze...

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Patricia era agraciada físicamente, pero su personalidad era difícil de digerir, desde que nos conocimos me había tratado con frialdad, a veces me parecía que no le gustaba trabajar conmigo. Viéndola comprendí que iba a tener que esforzarme mucho para que los locales dejaran de rechazarme, porque a simple vista, ellos y yo no teníamos mucho en común.

―Tengo miedo ―dije desatando mi lengua, ella me miró sorprendida― siento que si no hablo me van a mandar a la cárcel, pero también tengo miedo de hablar demasiado y causar un conflicto entre mi hogar y ustedes. Te juro que yo no quiero problemas con nadie, todo lo que ha pasado es pura casualidad, nada de esto es ni ha sido planeado.

Ella abrió mucho sus pequeños ojos y luego miró al suelo mientras decía.

―Evan podría ser procesado por traición y tú por homicidio, pero hasta el momento, no tienen suficiente evidencia para acusarlos formalmente. Yo voy a entrar contigo para asegurarme que respondas solo a las preguntas pertinentes a este caso, así que necesito que me hagás caso.  Yo trabajo de forma técnica y me funciona muy bien, no te preocupés, jamás pierdo.

Ada y EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora