Capítulo 4 - Peter

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La alarma sonó a las cinco y desde el mismo momento en que abrí los ojos mi cuerpo me hizo saber que no había dormido lo suficiente

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La alarma sonó a las cinco y desde el mismo momento en que abrí los ojos mi cuerpo me hizo saber que no había dormido lo suficiente.

Sentía la cabeza gigante, los músculos adoloridos, la boca seca, los ojos inflamados y los oídos obstruidos por una especie de burbuja invisible.

Como pude, me levanté para ponerme presentable. Elegí mi mejor vestido, el negro sin mangas, con cuello asimétrico. Nunca pasaba de moda, era un recuerdo de mis extintos años de opulencia.

Me recogí el cabello con un moño simple, me maquillé lo mejor que pude, me puse el brazalete de Bii y la pequeña abeja como prendedor de cabello. No me gustaba que Angie me viera mal.

Ella parecía feliz, ¿por qué no? Era profesora y su esposo doctor, eran apreciados por todos a pesar de su rango. Además, mi hermana había conocido a Douglas cuando aun éramos ciudadanos A y nunca le importó que él fuera B. Supongo que siempre estuvo abierta a la posibilidad de cambiar de clase.

Ella se había recuperado bastante bien, aunque por consideración a mi persona, trataba de no demostrarlo.

Una o dos veces al mes, nos reuníamos a comer, me gustaba, pasar tiempo juntas siempre era agradable. A mí nunca me gustó preocuparla demasiado, ella se merecía la alegría que tenía en su vida y yo no la envidiaba ni la resentía.

Tomé un bolso de sobre y mis mejores zapatos, no los usaba a menudo porque eran brutalmente altos. Para mi sorpresa cuando abrí la puerta Peter estaba allí, a punto de presionar el timbre. Él dijo nerviosamente.

―¡Ada! Hola. ¿Qué tal estás?

―Bien...muy bien. ¿Y tú?

―Bien. ¡Wow, te ves estupenda! ¿Vas a algún lugar?

―Sí, voy a cenar con Angie, noche de hermanas, pero pasa si quieres.

―No gracias, no quiero molestar, yo también tengo compromisos más tarde. Pero si me lo permites puedo llevarte.

Él actuaba raro, pero con los somníferos aun intoxicándome el cerebro no pude descifrar que sucedía; lo único en lo que podía pensar en ese momento. era en lo agotador que iba a ser llegar hasta el piso 5 Oeste con esos enormes tacones y sin mi vehículo personal, así que sin pensarlo tanto acepté que Peter me diera un aventón.

Peter acababa de obtener un moderno auto compacto tipo burbuja, que en el exterior era muy parecido a mi patrulla, pero por dentro era totalmente otro tema: era cómodo y elegante, obviamente un auto para interiores no necesitaba los grandes neumáticos y el motor de un todoterreno y eso dejaba suficiente espacio para colocar dentro dos confortables butacas. Además, la burbuja de cristal líquido reproducía imágenes tanto al interior como al exterior del vehículo.

Elogié el coche para romper un poco el hielo y entonces Peter me mostró algunas de las funciones más interesantes de su nuevo juguete.

Era un poco surrealista, estar sentada junto a él, con su impecable traje y su moderno auto, yo disfrazada de mujer elegante hablando banalidades como si el mundo fuera perfecto y no tuviéramos que preocuparnos por nada más que por nosotros mismos. Por unos instantes fue como volver en el tiempo o entrar a una dimensión alterna donde nuestros rumbos nunca se habían desviado.

Ada y EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora