Capítulo 36 - Finales Inesperados

14 1 0
                                    

Mayo y junio fueron meses lluviosos en Tze Kyaq. El agua caía ligera en una llovizna a la que los locales llamaban "chipi chipi". La fina lluvia casi no paraba ni de día y ni de noche.

La cuestión con el "chipi chipi" es que aunque es muy suave, poco a poco comienza a empapar la tierra, los techos, los muros, hasta que llega un momento en que sientes comos si respiraras agua.

Aun así mayo pasó volando, en cuanto le dijimos a nuestros abogados que pensábamos casarnos y que esperábamos un hijo juntos, el asunto de mi asilo se resolvió rápidamente y sin mucha burocracia.

Pero no fue manejado con la discreción que Evan hubier aquerido. Su familia no tardó en enterarse sobre nosotros y al principio hicieron todo un alboroto y hasta se molestaron un poco. Por suerte el bebé de Rita nació por esas fechas y siendo un bebé tan esperado, pronto logró aligerar el ambiente.

Evan y yo solo queríamos estar en la cama. El clima frio y nuestro cálido amor era la combinación perfecta para pasar los días.

Nos casamos a finales de mayo y conseguimos una casa para los dos. A pesar de que ya no estábamos presos, era demasiado peligroso salir lejos de la colonia en esas fechas. no teníamos manera de saber si huracanes o tormentas aguardaban más abajo. Evan me dijo que podríamos viajar en julio, cuando las lluvias cesaban por un tiempo. Mientras tanto, al fin tuvimos una verdadera pausa para poder descansar y olvidarnos de todo por un rato.

Recuerdo tan bien el momento en que todo comenzó a desmoronarse; era una noche a mediados de junio.

Habíamos hecho el amor apasionadamente y mi cabeza descansaba sobre el cuerpo desnudo de Evan.

―Tengo frío ―le dije y de inmediato él tomó las sábanas para cubrirnos con ellas― ¿Hasta cuándo va a dejar de llover? ―pregunté.

―Pronto ―respondió― una o dos semanas más, ya tenemos que empezar a preparar todo para el viaje. ¿Estás segura que no querés esperar hasta que nazca el bebé?

―No, ya te dije, Angie va a dar a luz en agosto o septiembre, quiero estar con ella para entonces.

―Ok, cómo querás, voy a preparar todo en estos días, si alguien te pregunta decís que vamos a explorar, eso les estoy diciendo a todos.

―¿Te han preguntado algo?

―Sí, les dio curiosidad saber para que quería las provisiones que he estado consiguiendo, hasta querían ir con nosotros pero les dije que va a ser nuestra luna de miel.

―Jajajá ¡más! Han de creer que somos insaciables.

―No están muy equivocados ―sonrío Evan―. Pero es mejor que nadie sepa a lo que vamos, ya suficientes problemas hemos tenido.

―Sí ― exclamé con un suspiro.

Estaba nerviosa, teníamos un plan para llegar a la colonia y regresar a salvo, pero yo tenía que volver a entrar a la Catedral y la verdad no estaba segura de cómo iba a resultar eso. Obviamente yo me guardaba las dudas para mí misma, porque para que Evan me apoyara debía mostrarle total seguridad.

―¿Qué pasó? ―preguntó Evan al verme pensativa.

―Nada ―mentí―. Tengo hambre

―¡Otra vez! ―sonrió Evan.

Yo asentí con la cabeza y entonces nos pusimos algo de ropa y fuimos a la cocina.

Teníamos una gran variedad de comida, la mamá de Evan nos llevaba algo nuevo cada día porque decía que yo ahora debía comer por dos. Además Evan cocinaba seguido, yo no sabía de donde sacaba tantas recetas.

Ada y EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora