Capítulo 37 - 3, 2, 1, Jerónimo.

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No sé cuantas veces me bañaron y desinfectaron, tampoco cuántas muestras de sangre y cuántos escaneos. Perdí la noción del tiempo por completo, solo recuerdo que buscaba algún rostro familiar detrás de los cascos y los cristales por los que me observaban. 

Peter, él fue el primero en aparecer frente a mi nueva jaula de cristal. Como no podíamos tocarnos, solo apoyó su mano frente a la mía. Lloré, lloramos al vernos. 

―Nunca dejé de buscarte ―me dijo entre sollozos.

En ese momento yo habría dado cualquier cosa por poder abrazarlo. 

―Gracias ―le respondí, secándome las lágrimas ― ¿Y Angie?

―Ella está bien, va a venir luego, pero primero van a tomarte una declaración.

―¡Que alivio que está bien! Tenía tanto miedo de que hubiera hecho algo tonto.

―No, no ―sonrió Peter― ella está... ya verás.

Supe que se refería a su embarazo, tal vez pensaba que yo aún no sabía, igual no quise decir nada porque pensé  que podrían estar escuchándonos.

―Me muero por verla ―le dije― de casualidad sabes cuanto tiempo voy a estar encerrada.

―No lo sé aún, pero si necesitas algo, solo dime y haré lo que pueda.

―Ahora mismo solo quiero ver a mi familia, en privado, si se pudiera, estoy harta de que todos me observen.

―Te comprendo, dame tiempo, voy arreglarlo.

Le agradecí y él se fue, parecía que lo estaban apresurando.

Apenas se retiró fui escoltada a una sala de interrogación. Solo había una silla, un micrófono y un cristal detrás del cual muchas personas me observaban.

Me pidieron que narrara lo que había pasado. Aquella vez yo llevaba mi versión bien planeada.

Les dije que había seguido a los intrusos lejos de la colonia y que luego de un rato su vehículo se había quedado sin combustible, el único que quedaba vivo, había seguido a pie por un rato, pero como estaba malherido no había ido muy lejos. Dije que revisé el cuerpo y que solo había encontrado algunas armas y equipo de sobrevivencia. Después intenté volver a La Catedral, pero mi patrulla estaba muy dañada, por eso tomé las provisiones que pude y el equipo que le había quitado al intruso, intenté regresar a pie, pero me perdí.

Me escuchaban atentamente. Pronto se hizo evidente para mí, que estaban tan sorprendidos y confundidos que habría podido decirles que sobreviví al ser adoptada por una manada de unicornios salvajes y lo habrían creído. 

No di muchos detalles, fingí estar confundida y traumatizada, hablaba de manera vaga para dejar pequeños espacios en mi narrativa que ellos pudieran llenar con sus especulaciones. Dije que encontré una avioneta y allí me refugié por varios días esperando a que me encontraran, que cuando me desesperé, volví a intentar, sin éxito, encontrar el camino de vuelta. Que luego comenzaron las lluvias y las tormentas, así que tuve que improvisar un refugio en una especie de cueva. Que había sobrevivido bebiendo agua de lluvia, racionando mis provisiones, cazando y recolectando de vez en cuando, siempre tratando de cuidar mis fuerzas.

Luego expliqué que cuando el clima mejoró volví a ponerme en marcha y que por un golpe de suerte, había logrado llegar al perímetro externo de la colonia, el cual fui rodeando hasta encontrar la entrada.

Cuando terminé, ellos comenzaron a hacer preguntas, pero gracias a todo lo que había aprendido allá afuera, yo tenía suficiente información para darles detalles que hicieran mi historia más creíble y así ellos no le dieran mucha importancia a la falta de exactitud en el tiempo y los lugares de los hechos que yo les había narrado. 

Ada y EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora