Capitulo 20 - En Medio de la Tormenta

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Seguimos avanzando por la carretera, pero en cuestión de minutos estábamos envueltos en una densa niebla, para colmo, una fina y helada llovizna comenzó a caer sobre nosotros

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Seguimos avanzando por la carretera, pero en cuestión de minutos estábamos envueltos en una densa niebla, para colmo, una fina y helada llovizna comenzó a caer sobre nosotros. Nos detuvimos para ponernos los poncho y entonces vi algo al lado del camino que llamó mi atención. Me acerqué para ver mejor y Evan me siguió con curiosidad.

―¿Qué es? ―Preguntó. 

―Creo que es una reja.

Dejé la bicicleta a un lado y fui a revisar. Efectivamente al lado de la carretera estaban los restos de dos columnas que en algún momento habían sido el soporte de una gran puerta de rejas. Las columnas estaban derrumbadas, solo las bases quedaban en pie, los hierros de las puertas estaban esparcidos por el suelo y más bien parecían hojas y ramas  de podridas que estaban.

―Aquí había una entrada, tal vez hay una casa allá adentro ―especulé.

―Si había algo ya no debe quedar nada, mirá cómo está eso.

―¿Entonces qué? Yo solo veo árboles para todos lados.

―¡Mierda! No sé, todavía falta bastante para llegar a las montañas y con esta neblina... ―dijo Evan preocupado.

―Puedo mandar a Bii ―sugerí.

―Buena idea, probemos.

Comencé a guiarla, siguiendo el espacio vacío que la antigua vereda había dejado entre los árboles. Bii ya había avanzado bastante y no lográbamos encontrar nada útil. Las diminutas gotas seguían cayendo sobre nosotros drenando de a poco el calor de nuestros cuerpos.

―¡Ah puta! Perdón Ada, mejor hubiéramos agarrado por el otro camino, me confié. ¡Mierda!―dijo evidentemente frustrado.

Evan estaba comenzando descontrolarse y justo entonces, Bii encontró una gran pila de escombros. Evan asomó su rostro sobre mi hombro para examinar lo que Bii había descubierto.

―¿Es una casa? ―Dije.

―"ERA" una casa ―corrigió Evan―, bastante grande por cierto, pero ya no sirve de nada.

La construcción estaba totalmente colapsada, unos cuantas columnas y una chimenea rota era todo lo que quedaba, no parecía poder resguardarnos. Hicimos que Bii la recorriera pero pronto ambos comenzamos a decepcionarnos. No nos atrevimos a decir nada. Elevé a Bii un poco tratando de encontrar algo en los alrededores, entonces me fijé en un detalle.

―¿Ves eso Evan?

―¿Qué?

―Yo creo que esas no son solo columnas, mira la parte superior, parecen ductos de ventilación.

―¿Cómo así?

―Debe haber un bunquer allí abajo.

Hice que Bii se acercara.

Ada y EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora