Capítulo 34 - Brunch

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Desperté enredada los brazos de Evan, las agujas del reloj marcaban las doce cuarenta del medio día

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Desperté enredada los brazos de Evan, las agujas del reloj marcaban las doce cuarenta del medio día. El hambre y las ganas de ir al baño me invadieron con una intensidad tal, que parecía que mi cuerpo había estado esperando demasiado para que yo recobrara la conciencia.

Me levanté y luego vaciar mi vejiga fui a de la cocina a comer algo. Evan seguía dormido y eso me daba la oportunidad para mirarlo como acosadora, me senté en la encimera para tener una mejor vista. Entonces su teléfono sonó y él de inmediato alzó la cabeza como lagartija para atender.

―¿Qué manda ma? ―Se sentó. Su voz adormitada, su torso desnudo y su cabello alborotado eran demasiado sensuales, no parecía un niño hablando con su mamá―... donde Ada ―la voz en el teléfono subió de tono y Evan se pasó la mano por la cara suspirando―. Se me olvidó, perdón... sí tranquila, voy a llegar, dame chance ya voy.

―¿Qué? ―pregunté cuando colgó y se acercó a mí con cara de regañado.

―Se me olvidó que hay almuerzo en mi casa ―se acomodó entre mis piernas y comenzó a besarme el cuello― No quiero ir.

―No hay problema, podemos vernos luego.

― ¿Vamos? ―preguntó, iba a decir que no, pero continuó besándome el cuello y me quedé muda ― Vamos o no te puedo garantizar esperar más tiempo ―insistió Evan.

Su teléfono volvió a sonar con otro mensaje de su mamá.

― Esta bien, vamos un rato, no quiero que tu mamá se enoje ― dije, Evan sonrió complacido.

― Solo que... ―añadió al dudoso.

― ¿Qué? ―pregunté.

― No te vayas a enojar, pero prefería esperar un poco para decirles que nosotros...

―Está bien, entiendo ―me apresuré a decir.

Fui al closet a buscar algo que ponerme. Mi guardarropa era muy limitado, solamente había comprado lo necesario y la mayoría de atuendos eran para estar en casa o salir a caminar. Me puse mi único vestido, mi única chaqueta y mi único par de botas. El vestido era muy casual, me hacía lucir como niña de doce años, pero no tenia otro. Me hice una trenza en el cabello mientras íbamos en el auto y en cuestión de minutos estábamos aparcando frente a la casa de Evan.

Era la primera vez que iba, la verdad me sentía muy nerviosa, me había relacionado muy poco con la familia de Evan, solo durante la cuarentena y las audiencias.

Era una casa de tres pisos pintada en tonos verdes. Objetos regados por el jardín frontal contaban historias sobre cómo eran los moradores: bicicletas rosadas, macetas llenas de flores, pelotas, herramientas oxidadas. La entrada estaba al centro y daba al gran salón donde estaba la sala, el comedor y la cocina, al fondo había una puerta luminosa por donde se veía el jardín trasero. No había nadie dentro cuando cuando llegamos.

Ada y EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora