Capitulo 28 - Cambio de Planes

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Los días pasaban lentos en cuarentena. La doctora venía todos los días a ponerme una inyección para estimular mis ovarios, me llevaban comida cinco veces al día y básicamente ese era todo el contacto directo que tenia con otras personas. 

Un funcionario público había venido a tomar mi declaración en presencia de la abogada, la reunión duró casi una hora pero me extrajeron muy poca información. Mi personalidad esquiva y huraña había regresado, quizá para ayudarme a sobrellevar el encierro y la desconfianza.

A Evan lo visitaban bastante; su madre iba a verle todas las mañanas, sus hermanos, su padre y sus amigos llegaban con menos frecuencia, pero estaban siempre pendientes de él.

Isabel iba cada dos o tres días y la verdad, no me gustaban esas visitas, ver la manera dulce con que Evan la trataba me ponía triste, siendo justos, él rara vez había actuado así conmigo, la diferencia era notoria.

Era incómodo en tantos niveles y no solo para mí, cuando Evan sin querer dirigía la vista hacia mi cuarto, Isabel se molestaba, trataba de disimularlo, pero por lo general acaban discutiendo y ella se marchaba. Como casi siempre llegaba de noche, yo apagaba las luces de mi cuarto para que no pudieran verme, aun así el desagrado de Isabel hacia mi persona parecía ir en aumento. Siempre pasaba de largo con mala cara, nunca me saludaba.

La familia y los amigos de Evan, en cambio, eran más amistosos; Zandy, la hermanita de Evan, comenzó a hablarme casi desde  el principio. Lo primero que dijo fue que le gustaba mi cabello y  a partir de allí comenzamos a cruzar algunas palabras de vez en cuando. Me contó que también estaban siendo monitoreados por haber tenido contacto con él la noche que llegamos. No parecía molestarles, según me dijo, no era la primera vez que ponian a Evan en observación después de una expedición, pero nunca lo habían encerrado.

Los demás miembros de la familia también comenzaron a saludarme, el papá de Evan incluso conversó conmigo un rato para saber cómo iba mi situación legal.

Los amigos de Evan, que eran exploradores como él, me saludaban desde lejos. Tenía alguna idea de quienes eran por las historias que Evan me había contado,  incluso volví a ver al muchacho de la expedición a mi colonia y me saludó con cordialidad.

Durante la segunda semana, uno de esos muchachos se acercó a mi intercomunicador. Evan estaba detrás suyo mirándolo ansioso.

―Hola Ada, soy Jorge.

―Hola Jorge―respondí

―Evan me pidió que te avisara que me dio lo que encontraron para que hiciera el papeleo y lo vendiera.

Yo miré a Evan recordando que me había dicho que no hablara con nadie sobre el bunker, pero él levantó su pulgar indicándome que Jorge era de confianza.

―La pistola bañada en oro y la colección del manga de Shingeki No Kyojin ―aclaró Jorge viendo mi confusión, yo solo asentí ―. Ya se subastaron y dejaron muy buena ganancia, no sé si estás familiarizada con la moneda local, pero para que entendás se vendieron por lo que una persona promedio ganaría en cinco años, o sea, que cuando salgan de aquí no van a tener que preocuparse por dinero en un buen tiempo.

Yo salté emocionada y Evan me respondió con una sonrisa.

―Acordamos cuarenta por ciento a cada uno, para vos y Evan y veinte por ciento para mi y los gastos de subasta. ¿Te parece?

―¡Claro que sí! ― respondí.

Los tres estábamos muy felices, de no ser por los cristales nos hubiéramos dado un gran abrazo de grupo. Le lancé muchos besos a Evan y él me respondió de la misma manera, pero de pronto se puso serio: Isabel venía caminando por el pasillo con cara de pocos amigos. 

Ada y EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora