Mientras se acercaba a la mesa, Katherin pensó que no sólo era atractivo, sino que además era espléndido. Tenía una mirada atenta y una boca maravillosa, ella, tuvo la impresión de estar viendo a un antiguo romano. El sol reverberaba en su pelo rubio y su tez bronceada se veía en cierto mido resaltada por una cicatriz en la mandíbula. Un rostro que irradian fuerza con los ojos más azules que había visto nunca.
-Buenas tardes. Me llamo Mathías Bellgrini.
Su voz era rica y profunda, sin ningún acento en especial, podía ser de cualquier parte. Aquello era lo que más le intrigada; y se obligó a adoptar una pose de mujer de mundo cuando le tendió la mano.
-Hola, yo soy Katherin, Katherin Johnson. Gracias por el champán.Sintió una extraña agitación cuando le besó la mano, y la retira sintiéndose como una tonta y la dejó en su regazo.
-Me pareció que era lo apropiado.
Lo estudió durante un momento, preguntándose por qué unos signos tan contradictorios.
-¿Usted está sola?
-Si.
Quizá había sido un error admitirlo, pero si iba a vivir la vida al máximo, tenía que correr algunos riesgos. El restaurante no estaba abarrotado, aunque tampoco se hallaban solos. Se ordenó a sí dar un paso adelante e intentar otra sonrisa.-Lo menos que puedo hacer es ofrecerle una copa.
Matías se sentó frente a ella, despidió al camarero, y él mismo sirvió la champaña.
-¿Es usted asiática?
-¿Se nota?
-No. En realidad pensaba que era francesa hasta que empezó a hablar.
-¿En serio?-dijo complacida-.Acabo de llegar de París.Katherin tuvo que obligarse a no tocarse el peinado. Se lo había cortado en un salón de belleza francés.
Matías brindó entrechocando las copas, y sus ojos canadienses burbujeaban tan alegres como la champaña.
-¿Fue allí por negocios?
-No, sólo por placer-dijo pensando en que el mundo era maravilloso-. Es una ciudad encantadora.
-Cierto, ¿y va muy a menudo?
-No lo suficiente-contestó con una sonrisa-. ¿Y usted?
-De vez en cuando.Ella estuvo a punto de suspirar, estaba con alguien que hablaba de ir a País "de vez en cuando".
-Hubiera querido pasar más tiempo allí, pero me había prometido a mí misma venir a Italia.Matías pensó que había dado con la pista; estaba sola, inquieta y huyendo. Quizá por eso mismo le había resultado tan atractiva. Él estaba en la misma situación. ¿Coincidencia verdad?
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Impulso [+18] ©
RomanceEsta es una historia que cuenta como Katherin tomó la decisión más importante de su vida, cuando lo dejó todo y se marchó a Italia en busca de aventuras. Allí conoció a Mathías Bellgrini y ambos se guiaron por sus impulsos, sin darse cuenta de que n...