Capítulo 16

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  ¡Roma, escenario de batallas y revoluciones! Katherin de ella se enamoró a primera vista. París la había seducido, Londrés le había encantado pero Roma, le robo el corazón. Quería verlo desde el amanecer hasta la noche.

   Estuvo paseando durante toda la mañana mientras Mathías estaba ocupado en sus reuniones. El hotel que él había escogido era bonito, pero ella se sentía más atraída por las calles, la población y el ambiente romano; no se sentía como una turista más. Era como volver a casa después de un largo viaje, y Roma la esperaha para darle la bienvenida.

   Era increíble, toda la vida había aceptado los parámetros que otros habían establecido para ella. Sin embargo, en aquellos momentos disfrutaba de total libertad mientras paseaba por la ciudad vieja dobde podía comprar baratas copias de escayola de los principales puntos turísticos antiguos y monunentos.

  Pasó por delante de las tabernas, pero estaba demasiado emocionada como para dejarse tentar por el delicioso aroma del café y los decorados pasteles. Aunque era bastante temprano, grupos de turistas se dirigían ya hacia los caminos de conocer cada rincón de la capital. Ella se sentía sola, pero también cómoda en medio de toda aquella que por cierto no sabía distinguir los idiomas, pero no era capaz de explicar la sensación de estar al sol debía mañana contemplado un monumento. Había sido un lugar culto, incluso después de los siglos se podía percibir la espiritualidad.

    Se había sentido desengañada al saber que Mathías ni podía hacerle compañía en su primera mañana en la ciudad. Pero en aquel momento se alegraba de estar a solas con sus pensamientos y ensoñaciones, sin tener que explicárselo a nadie.

    Paseó meditando sobre los cambios que ella había experimentado. No era sólo el respeto que sentía allí, ni la emoción que le habían producido Londrés o País lo que la había cambiado; era Mathías. Todo lo que sentía por él desde que lo había conocido. Quizá volviera a Canadá algún día, pero jamás volviera a hacer la misma persona. Una vez enamorada hasta la última fibra de su ser, ya nada sería lo mismo. Deseaba que fuera más sencillo, como imaginaba que lo era para muchas otras mujeres. Un hombre interesante y una atracción física, pero con Mathías, igual que con Roma, había perdido el corazón. Aunque pareciera imposible, reconocía que la ciudad y Mathías eran parte de su ser. El deseo mezclado en el amor nunca podía ser algo sencillo.

     Pero, ¿cómo podía estar segura de haberse enamorado si nunca le había ocurrido antes? Si estuviera en su casa, por lo menos tendrúa alguna amiga con quien hablar. Soltó una risita; no podía recordar cuántas veces había sido ella que escuchaba en aquellos casos. La emoción, el sufrimiento, las angustias. A veces había sentido envidia y otras veces se habís alegrado de ni complicarse la vida. Pero siempre había ofrecido sus consejos y su apoyo. Aunque pareciera extraño, no era capaz de hacer lo mismo por ella misma. Sólo podía pensar en cómo se desbocada su corazón cuando Mathi la acariciaba; en cómo le recorría por todo el cuerpo el pánico y la emoción cada vez que lo miraba. Cuando estaba con él, podía creer en el destino y en que estaban hechos el uno para el otro.

    La atracción y la pasión no bastaban. Sin embargo, no había otra explicación para aquel sentimiento de estar haciendo lo adecuado que experimentaba a su lado. Ella no era la mujer de mundo que aparentaba ser. Seguía siendo Katherin Johnson a pesar de todas las cadenas que había roto en su vida. ¿Qué pensaría él cuando le contará lo convencional y tediosa que había sido su vida antes de conocerlo?¿Cómo y cuándo iba a reunir el coraje necesario para decírselo?

   Se prometió a si misma que en unos pocos días más estaría preparada. Esperar era una opción egoísta y quizá hasta peligroso, pero necesitaba unos pocos días.

  Volvió al hotel a media tarde. Sin importarle lo que pensaran de ella, fue directamente a la habitación de Mathías. No podía esperar más para verle y contarle todo lo que había visto, para enseñarle todo lo que había comprado. Su sonrisa se apagó un poco cuando la secretaria de Mathías abrió la puerta.

    -¿Señorita Johnson? Por favor, pase y tome asiento.

    -No quisiera interrumpir -dijo Katherin sintiéndose ridícula-.

    -De ningún modo. ¿Acaba de llegar?

   -Si yo... -dándose cuenta de que su piel estaba húmeda y que tenía el pelo desordenado; al contrario de Alene que iba impecable-. En realidad, debería irme.

    -Por favor -dijo Alene ofreciéndole una silla-. Deje que le prepare un refresco.

La secretaria comenzó a preparar la bebida mientras se sonreía. Había esperado que la misteriosa dama de su patrón fuera despampanante, tranquila y muy dueña de sí. Le complacía mucho descubrir que Katherin se sentía un poco insegura y que estaba claramente enamorada.

   -¿Ha disfrutado de su primera mañana en Roma?

   -Mucho -dijo ella aceptando un zumo helado-.

   Estaba intentando relajarse cuando se dio cuenta de que sentía celos. Sonrojándose, pensó de repente que nunca había experimentado ese sentimiento. Pero viendo a Alene contestar el teléfono, se preguntó quien no tendría celos de ella.

   Era una griega espléndida, eficiente y con un gran dominio de sí misma; y por encima de todo, mantenía una relación con Mathías de la que Katherin no sabía nada. Se preguntaba desde cuándo se conocerían y hasta qué extremo.

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Hola, queridos lectores👋😃
   Estuve días sin subir nuevos capítulos, pero no se preocupen ya seguiré escribiendo complaciéndolos.

¿Qué opinan? ¿Creen que la secretaría tiene algo con Mathías, ó es sólo celos de Katherin?
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Impulso [+18] ©Where stories live. Discover now