Capítulo 13

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Pero le hubiera gustado. Instintivamente Katherin, le había puesto las manos en los hombros sin pensar en ella misma se inclinó hacia él.
   Estaba claro que él si que era un hombre de mundo, y además muy amable. No todos los poderosos trataban con amabilidad a los que trabajaban con ellos. Sentía que su cuerpo era un torbellino. Ni siquiera en su juventud había encontrado una mujer que le afectara de esa manera. Sabía cómo persuadir, cómo seducir y hacerlo con elegancia. Pero cada vez que estaba más de cinco minutos en compañía con ella, se sentía como un potro al que espolean y frenan al mismo tiempo; y se sentía fascinado por la facilidad con que ella se arrojaba a sus brazos, por la confianza que veía en el brillo de sus ojos.
  Encendió un cigarro para calmar su agitación. El pensamiento resultaba doloroso, pero su deseo era real. Si no podía haber elegancia, quizá si pudiera haber candor.

  -Te deseo, Katherin.
  -Lo sé.

Ella sintió que se le paraba el corazón y luego comenzaba a latir lentamente. Bebió otro sorbo y se aclaró la garganta. Aquello la apabullaba, la halagaba y la aterrorizaba al mismo tiempo. Parecía tan serena que él sintió envidia por un momento.

   -¿Quiéres venir a mi camarote?
   -No puedo.
   -¿No puedes? ¿O no quieres?
   -Si quiero, pero no puedo. Lo deseo mucho pero...
    -¿Pero?
    -Sé muy poco de ti. Apenas tu nombre y que tienes un olivar. No es suficiente para mi.
    -Entonces tendré que contarte más cosas.
    -¿Crees en el destino? ¿En algo inesperado que ni siquiera se busca? ¿Algo pequeño que a menudo cambia completa o irrevocablemente la vida?
    -Si -pensando en la muerte de su tía y en su decisión-.
    -Bien, yo casi había olvidado que también creía en él, que te vi sentada sola.

   Katherin estaba descubriendo que había maneras y maneras de seducir. Una mirada, un tono de voz, inclusobel silencio era fascinante. Había dicho que sabía muy poco de él, pero Mathías sabía aún menos de ella. Pero no le importaba, era peligroso y quizá destructivo, pero no le importaba.

  -Cuando yo era joven, hubo otro momento en mi vida en que las cosas cambiaron. Mi padre era un hombre de mar. Vivía por él y murió por él. Yo tenía de diez a once años, todo marchaba viento en ppñopa y las redes estaban llenas. Mi padre y yo caminábamos por la playa. Él se detuvo para meter la mano en el agua, la cerró y luego la abrió; "No puedes atraparla" me dijo. "No importa lo mucho que lo intentes, o lo mucho que ames, o lo mucho que dudes". Entonces metió la mano entre la arena. Estaba húmeda y la arena permanecía en su mano abierta, "Pero esto sí que lo puede coger un hombre". Nunca volvió a hablar de eso. Cuando llegó el momento, le volví la espalda al mar y cogí la tierra.

    -Comprendí, era lo correcto para ti.

    -Si -dijo él acariciándole el cabello-. Era lo correcto. Tienes unos ojos grandes y tranquilos; Katherin -murmuró-. Me pregunto si han visto lo suficiente como para saber qué es lo correcto para ti.

     - Creo que he empezado a buscar un poco tarde.

     -Tiemblas cuando te toco -le pasó la mano por el brazo hasta que se unió con la suya-. ¿Tienes idea de lo excitante qué es eso?

      -Mathías, hablaba en serio... -el rozó su sien con los labios-... cuando dije que no podía -le besó suavemente en la mejilla-. Necesito pensar.

      -La primera vez que te besé no te dejé otra opción -dijo mientras la acariciaba con los labios-. Ahora la tienes.

      -No -dijo ella buscando sus labios-.

   No había opción, ni pasado, ni futuro; sólo aquel momento. Él spensaba otra vez em rayos, bolas de fuegos y destellos. Para ella era un momento electrizante, con su nombre en los labios, presionó su boca contta su garganta, donde la piel estaba caliente por el sol. Momento que se creía peligro, florecía desde lo más profundo.

   Él la quería de tan forma que ningún hombre podía querer a una mujer así. Pensaba en el destino mientras le acariciaba el cabello. Parecía que estaba enamorando, lo quisiera o no. Se retiró con infinito cuidado.

   -Quizá ninguno tengamos opción; y si te vuelvo a tocar no te daré ninguna -dijo metiéndose las manos en los bolsillos-.

   Incapaz de fingir y sabiendo que ambos temblaban, Katherin se pasó la mano por el cabello. No se molestó em disimular el temblor de su voz, tampoco hubiera sabido hacerlo.

   -No quiero ninguna opción.

   -Me lo estás poniendo difícil.
  
   -Lo siento, no era mi intención.
 
   -No he dicho eso,y ésa es una de las cosas que encuentro más intrigantes de ti. Pero te tendré, estoy seguro de eso porque tú estás segura. Intentaré con todas mis fuerzas darte un poco más de tiempo.

   -De lo que mo estoy segura es de si debo darte las gracias o salir corriendo -dijo con sentido de humor-.

   -No te lo aconsejo -sonrió, acariciándole la mejilla-. Amor mío, te alcanzaría.

  Katherin no tenía dudas sobre eso. Bastaba con mirarle a la cara, aunque la sonrisa la hanía suavizado. Era amable, pero detrás de su sonrisa advertía una decisión implacable.

   -Entonces tendré que darte las gracias.

    -De nada -pensando en que debía ser paciente y rápido a la vez-. ¿No te gustaría tomar un baño? Hay una bahía perfecta muy cerca de aquí.

    -Me encantaría -estando consciente ella que el agua la calmaría sus nervios?

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Impulso [+18] ©Where stories live. Discover now