Capítulo 26

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     -Dejándote pensar que yo era algo que no soy.

      -¿Acaso no eres una mujer hermosa y apasionada? Katherin tengo demasiado orgullo para creer que pudieras decepcionarme completamente.

  Ella estaba segura de que él estaba confundiendo deliberadamente.

      -Ya te he dicho lo que hice.

      -Sí -convino él-. Y cómo lo hice.

  Otra vez llevó su mano a su cuello pero en esta ocasión se trataba de una caricia. A Katherin ya no le temblaban las rodillas ante su furia, pero sentía que clojraban ante su ternura.

      -Vendiendo tus posesionas para volar a Partía y meterte en un salón de belleza. Dejando tu trabajo para agarrar la vida con las dos manos. Me fascinas -dijo rozándole la boca con los labios. La atrajo hacia sí lentamente; una sensación de alivio le recorrió el cuerpo al notar que ella se abandonaba-. ¿Crees que era tu ambiente lo que me atraía?

        -Estabas furioso -acertó a articular Kathi-.

       -Sí, furioso ante la idea de que había sido una parte de tu experimento -dijo antes de profundizar el beso-. Furioso porque pensaba que era un capricho pasajero.

    Ella ardía entre sus brazos tal como él la recordaba, tal como él la necesitaba.

       -¿Tengo qué decirte que durante dos semanas no he podido trabajar, ni pensar? A cualquier parte donde mirara estabas tú, pero no podía encontrarte.

        -Tenía que irme -se justificó ella mientras introducía sus manos debajo de su camisa de hilo para poder sentir el calor de su piel de nuevo-. Cuando dijiste que te arrepentías de haber hecho el amor...

     Sus propias palabras la hicieron recuperarse. Retiró las manos con rapidez y se alejó de él.

      Mathías se quedó mirándola durante un momento, lanzó un juramento y comenzó a pasear por la habitación como si fuese un museo.

          -Nunca creí que fuera un idiota VIP. Aquella noche te herí de una manera muy distinta de la que yo pensaba -se detuvo y suspiró. Katherin se dio cuenta entonces de lo cansado que estaba-.

          -Siéntate y descansa. Deja que te prepare algo.

     Mathías se pasó las manos por los ojos. Había sentido de nuevo deseos de estrangularla y de reír. Eso era lo que ella necesitaba y lo que entendía. Pero al mismo tiempo le desconcertaba.

         -Me has debilitado chica, y has sacado a la luz el tonto que hay dentro de mí y que yo había olvidado. Me sorprende que me dejaras poner el pie en tu casa.

      La furia se desvaneció tan rápidamente como había sobrevenido. Todo lo que necesitaba mirar estaba en los ojos de ella. Respiró profundamente para serenarse. Un hombre no siempre tiene tantas opotunidades para alcanzar la felicidad. ¿O acaso las mujeres les encantan que nos pongamos así?

         -Katherin, yo nunca me he arrepentido de haber hecho el amor contigo. Sólo me arrepiento de cómo sucedió. Tú necesitabas mucho y yo no me daba cuenta. Por eso me arrepiento de aquello y siempre lamentaré que en tu primera vez fuego, pero no calor ni ternura.

              -Fue muy hermoso.

              -En cierta manera sí, pero bo fui ni amable ni tierno como tiene que ser la primera vez.

      Katherin sintió que la esperanza renacía en su corazón.

         -Nada de eso importaba.

         -Importaba mucho más de lo que puedas imaginar. Y después de que me lo contarás todo, importaba todavía más. Si yo hubiera hecho lo que me dictaba mis instintos en aquel momento, nunca me habrías dejado.

   Con suavidad y ternura acercó la punta de uno de sus besos a su boca y la cogió de la mano mirándola fijamente a los ojos.

         -Deja que te muestre ahora cómo tenía que haber sido mi vida. ¿Me quieres?

         -Sí, mucho.

        -¿Confías en mí?

        -Sí -ya ella quería llegar de nuevo a tocar las estrellas-.

        -Debo preguntarte algo más -con un tono serio-.

        -¿Qué? -cogiendo en serio su cambio-.

       -¿Tienes una cama?

      -Ahí mismo -mientras se sonrojada y la respiración iba agitada-.

     Ella temblaba, lo que hacía que Mathías recordase lo cuidadoso que debía der con ella en esa ocasión. La luz del sol se derramaba en la cama y sobre la espalda de él. La besó con besos de chocolate y profundos hasta que ella dejó de abrazarme y sus brazos cayeron inertes. Ella seguía temblando y él la arrullaba mienrras sus labios recorrían sus mejillas.

      El griego le había enseñado la desesperación que podía causar el amor. Pero en aquel momento quería demostrarle que el amor también podía significar serenidad y dulzura. Él quería enseñarle, no aprender, infundirle confianza pero sin buscar nada a cambio. Pero aprendió y fue reconfortando; pero la fuerza estaba atemperada por la paciencia. No tenía ni una gota de prisa. Le abrió la bata para deleitarse en la luz del sol que caía sobre su cuerpo, en la manera que tenía su piel de arder cuando la tocaba. Mientras la desnudas, ella respiraba agitada y nerviosa; pero se dio cuenta de que no eran los nervios.

      Ella se sentía fuerte, capaz y más que todo, segura. Con un suspiro, ella se inclinó buscando el contacto con sus manos. Le mordisqueó ligeramente los pezones y ella pasó de repente de la serenidad a la pasión.

        Él se movía con lentitud guiándola hacia una especie de tormento ardiente que nunca antes había experimentado. El deseo le arrasaba el vientre y su cuerpo se retorcía como muelle. Reprimiendo su propio deseo.

         Entró en ella regresando sus propias pasiones, decidido a verla remontrarse, pero ella abrió los ojos. De alguna manera recobraba la fuerza, poderosa, volviéndose corazón contra corazón la escena.

       -¡Math..! -sin poder terminar la palabra por tanta agitación-. ¡Te, te amo!

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Holaaaaa!!!
   No me atrevo a terminar la historia por Dios.

     Es mi primera obra en prosa y me ha encantado. ¿Y a Ustedes? ¿Qué le ha parecido esto? ¿Lo esperaban? 🌟💞
     

Impulso [+18] ©Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ