Capítulo 19

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  -Van a estar semana enteras hablando de ti -ella contestó riendo-.

  Dio la vuelta en redondo lentamente. En torno suyo estaban los ricos y los poderosos. Las joyas refulgían y el oro brillaba. Le agradó comprobar que ella podía hablar de algo más que de deducciones fiscales y evasiones de impuestos.

  -No puedo creer que tengan tan poca cosa en la cabeza.

  Contempló el salón de baile con sus paredes color crema y sus suelos resplandeciente, los artísticos candelabros en las paredes y los grandes árboles ornamentales en macetones de cobre. Las mesas estaban arregladas para dar una sensación de intimidad, cubiertas con mantendría de color marfil y largas velas.

   -Es un hotel muy bonito -comentó-. Todo va como una seda. No sé si quedarme con él o con Sicilia.

   -Gracias.

   Cuando Katherin le hizo ver que no comprendía, él se lo explicó.

   -Los dos son míos.

   -¿Qué?

  -Los dos son mis hoteles -dijo él guiándonos hacia la mesa-.

   Durante los primeros quince minutos de la cena. Katherin hablaba sin tener ni idea de lo que decían Había ocho comensales en la mesa de Mathías, incluyendo a Marcelo que había cambiado las tarjetas para sentarse a su lado. Después de juguetear con el entrantede marisco y comenzar sobre frivolidades, se preguntó si podía hacer todavía más el ridículo.

   Él no era simplemente rico. Katherin todavía sabía bastante de contabilidad para saber que si un hombre poseía lo que Mathías, es que era mucho más rico.

   ¿Qué pensaría de ella cuando descubrirse su origen? ¿Confianza? ¿Cómo podía esperar que confiara en ella? Tragó sin saborear y se las arregló para sonreír. ¿Pensaría que era un cazafortunas y que se había propuesto atraparle? No, aquello era ridículo. Se obligó a levantar la vista para descubrir que Mathías la miraba fijamente. Deseaba que éste fuera un hombre corriente. ¿Por qué había tenido que enamorarse de alguien tan fuera de su alcance?

    -¿Nos has abandonado?

  Katherin se echó hacia atrás sorprendida y vio que Marcelo le estaba mirando. Se sonrojó al descubrir que habían servido otro plato mientras ella estaba en las nubes.

    -Lo siento -dijo y con un esfuerzo empezó a jugar con la ensalada-.

     -Una mujer hermosa no necesita disculparse por haberse sumido en sus propios pensamientos -dijo  Marcelo palmeándose sus manos-.

  Marcelo vio que Bellgrini le miraba sombríamente y sonrió. Si no le gustara tanto aquel muchacho, no le divertiría tanto enfurecerle.

   -Mathías, cuéntanos cómo os conocisteis.

   -Nos conocimos en Sicilia.

  -¡Ah! Noches dulces y días soleados. ¿Está usted de vacas? -le preguntó a Katherin-.

  -Sí -dijo ella esforzándose en sonreír-. Mathías ha sido muy amable en enseñarme la isla.

  -Él conoce bien Sicilia y otras muchas islas del Mediterráneo, y no hablar de nuestro país y de Grecia. Tiene el espíritu de un gitano.

  Ella ya se había dado cuenta. Era parte de su atractivo. Pero ... ¿no había algo de gitana en ella misma?

   -¿Le conoce desde hace mucho? -le preguntó Katherin a Marcelo.

   -Mantenemis unas relaciones de negocios prolongadas. Podríamos decir que somos rivales amistosos. Cuando Mathías era poco más de un adolescente, acumuló una impresionante extensión de propiedades. Como puede ver, lo supo aprovechar. Creo que posee dos hoteles en su país. Yo me preguntaba si no serían viejos amigos que se conocían de América -comentó, buscando más información-.

   -No, sólo hace unos pocos días que nos conocemos.

  El camarero retiró la ensalada y sirvió moussaka.

   -Como siempre, Mathías actúa rápido y con estilo. ¿De qué parte de América es usted? -dijo Fong volviéndole a coger la mano más que divertido ante la expresión cada vez más adusta de Bellgrini.

   -De Canadá -dijo ella mientras se proponía relajarse-.

  A Mathías le irritaha ver cómo ella coqueteaba con otro hombre. Observaba que ella casi no probaba la comida y sin embargo, regalaba todo el tiempo a Marcelo Fong con tímidas sonrisas. Ni una sola vez se había apartado de su socio de negocios cuando se inclinaba hacia ella. Desde su lugar podía captar su aroma enloquecedor. Podía oír su risa tranquila mientras Marcelo le murmuraba algo al oído. Y en eso se levantaron cogidos de la mano y de pusieron  a bailar una melodía romántica.

    Mathías luchaba contra sus celos mientras el vestido de Katherin ondulada sinusoidalmente y giraba bajo las luces. Tenía la cara cerca de la del otro. Él sabía lo que era tenerla tan cerca, respirar el aroma de su piel. Sabía lo que era sentir el cuerpo de ella contra el suyo, la pasión electrizante que desencadenada. Muchas veces había firmado para poseer una tierra, pero nunca una mujer. No creía en ello; pero sólo un idiota se quedaría con los brazos cruzados y dejaría que otro hombre disfrutará de lo que era suyo. Maldito por lo bajo y se levantó. Fue hasta la pista de baile y dejó caer una mano sobre el hombro de Marcelo.

  -¡Ah, bien! -dijo el otro apartándose con un suspiro-. Nos veremos luego.

  Antes de que ella pudiera responder, la cogió entre sus brazos. Ella suspiró relajada mientra seguía el ritmo de la melodía. Se decía a sí misma que quizá todo fuera un sueño, cerrando los ojos y dejándose llevar por la música. Pero se propuso disfrutar de cada minuto antes de que llegara el momento de despertar.

   Él pensó que ella parecía fundirse contra su cuerpo. Le acariciaba el pelo suavemente mientras apoyabasu mejilla contra la de él. Se dio cuenta que ella no había bailado de la misma manera con Marcelo y se maldito a sí mismo. Estaba haciendo el tonto, pero no podía evitarlo; y si siempre había tenido que luchar por todo lo que tenía, ¿por qué con aquella mujer iba a ser diferente?

   -¿Te diviertes?

  -Si, mucho.

  Katherin no quería pensar en lo que era él. La noche pasaría pronto y luego habría que encarar el día de mañana. Pero mientras sonaba la música y ella la escuchaba entre sus brazos, sólo quedó pensar en lo mucho que significaba para ella.
   El tono desolador de la voz de ella estuvo a punto de hacer que él se derritiera.

   -Parece que Marcelo ha sabido entretenerte.

  -¡Hum! Es simpático.

  -No has protestado por cambiar de sus brazos a los míos.

  Algo en el tono de sus palabras arruinó de repente el placer que invadía Katherin. Cuidadosamente, levantó la cabeza para poder mirarlo.

-Creo que no sé a que te refieres.

-A mí me parece que sí.

  Ella sintió ganas de reír, pero no había humor en los ojos de él. A Katherin, se le encogió el estómago, como siempre que le ocurría cuando se enfrentaba a algún conflicto.

  -Si lo sé, entonces tendré que pensar que te estás comportando de manera ridícula. Quizá sea mejor que volvamos a la mesa.

  -Así podrás estar con él -mientras pronunciaba aquellas palabras,Mathías se dio cuenta de que eran absurdas y rídiculas-.

  Ella intentó controlarse para dominar la furia que la invadía, que le invocó.

   -No creo que sea el lugar más apropiado para está clase de discusión.

   -Tienes toda la razón.

  Tan furioso consigo mismo, como con ella, la sacó de allí.

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Hola!!! -impulsivo💥-
   ¿Se esperaban que este nuevo personaje que apareció en el capítulo pasado provocara todo este caos? ¿Qué creen que pasará a partir de ahora?

    Espero sus comentarios💭💗

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