Capítulo 21

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  El sabor de Katherin hacia que la cabeza de Mathías diera vueltas 6 wur le hirviera la sangre. Le mordisqueó el labio y luego succionó hasta que oyó su gemido. Aquella noche la quería desesperadamente. Algo fiero dentro de él exigía una "ella" débil e indefensa. Cuando ella se abandonó entre sus brazos, él cubrió su boca con los labios y empujó con su lengua. Su respuesta le descartó, dulce, vulnerable y luego súbitamente ardiente.

   Ella había dejado caer las manos. Volvió a levantarlas para penetrar dentro de la camisa, para correr debajo de ella por su piel cálida. Sólo podía pensar en lo bien que se sentía cuando lo acariciaba, cuando se apretaba contra él y esperaba a que encendiera nuevos fuegos en sus entrañas.

    Mathías lanzó un juramento y la cogió en brazos para llevara a la habitación. La delicada luz de la luna arrojaba sombras sesgadas sobre la cama, como en un sueño. Pero la vibración de su pulso le dijo a Katherin que no se trataba de un sueño. Había un olor a jazmín proveniente de un florero azul junto a la cama. Era un perfume que siempre recordaría, como recordaría los profundos y oscuros que eran aquella noche los ojos de Mathías.

   Anhelantes y desesperados, cayeron a la cama. Él quería tener cuidado y detalles con ella; parecía pequeña y sencilla. Quería demostrarle lo mucho que llenaba su corazón. Pero su cuerpo ardía y Katherin se movía como un torbellino debajo de él.

   Los labios de Bellgrini estaban en todas partes haciéndola temblar y retorcerse. Unos deseos que nunca había conocido nacían en su interior y se apoderaban de ella. Ella los obedecía en pleno delirio y buscaba más, como si fuese un idioma que ellos dos entenderían.
 
  Rodaron sobre la cama en una batalla apasionada que culminaría con dos vencedores, acariciando, tomando, descubriendo. Él le quitó el vestido con impaciencia y comió cuando descubrió sus senos esféricos cob las manos, con los labios. El deseo llegó a ser absoluto cuando sintió que ella de encumbraba. Su cuerpo ardía como un horno, caliente y fuerte. Las sensaciones que la traspasaban la dejaban sin aliento. Se debatía comiendo debajo de su cuerpo, abierta a cualquier demanda que Mathías pudiera hacer, anhelando cualquier nuevo descubrimiento que tuviera que ofrecerle.

  Al final conocía lo que era amar, y srr amada, ser deseada más allá de la razón. No habría supuso mejor lugar que en Roma, que incluso está palabra inversa decía "AMOR". Se abrazó a él en su desnudez sumida en el poder y la debilidad, en la gloria y el terror.

   Mathías cabalgaba sobre ella como si de antemano supiera lo que le iba a hacer temblar, lo que le haría marear de placer. Nunca antes había conocido a nadie, de esa manera ni nunca había estado tan en resonancia con alguien, el momento era sin duda electrizante; un circuito RLC donde había resistencia, inductancia y capacitancia. Ella le hacía sentir como un Dios. La acariciaba y su piel cobraba bajo su mano. Ella estaba húmeda, ardiente y expectante. Parecía explotar debajo de Mathías, perdida en el placer, ahogada en la pasión. Ninguna otra mujer le había llevado tan al borde de la locura. Ella echó atrás la cabeza mientras hundía los dedos en las sábanas.

  Con su nombre en los labios, entró en ella. Dejó de respirar al tiempo que su mente giraba más rápido de cómo lo hace un trompo. Kathi lanzó un grito de dolor y de alivio que levantó ecos en su cabeza y que les llevó a los dos un sentimiento de triunfo y culpa. El cuerpo masculino, estaba rígido mientras luchaba por desandar su camino. Entonces, ella pareció cerrarse en torno a él con el cuerpo, con el corazón, con el alma. Tan desvalido como ella, cruzó la línea de la locura llevando a Katherin consigo para siempre.

Impulso [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora