Capítulo 03: Parte 2

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Elizabeth se quedó inmóvil, su respiración todavía agitada se detuvo durante una milésima de segundo. Clavó sus ojos claros en el hombre que salía de su taller, y el sudor que le caía por el cuello pareció helarse sobre su piel.

Desesperada, desvió su mirada hacia la mesita que estaba junto a la ventana. Tal vez, podría llegar hasta ella y buscar la pistola que guardaba dentro del último cajón. Si no recordaba mal, ella misma la había cargado antes de colocarla allí, en caso de necesitarla en alguna ocasión, y aquel parecía ser el momento propicio.

Debía ser rápida para cubrir la distancia que la separaba de la pistola, pero le era imposible moverse ni siquiera una pulgada. Estaba petrificada por el miedo, sentía que las pesadillas que la atosigaban por las noches se habían convertido en realidad. Su corazón bombeaba frenéticamente dentro de su pecho, se pasó una mano por el cuello y, cuando el extraño comenzó a caminar hacia ella, se recostó contra la puerta. ¿Dónde estaba Leslie? ¿Acaso le había hecho daño a su amiga y venía por ella? Podría correr si al menos las malditas piernas le respondieran. Creyó desmayarse cuando vio que él buscaba algo dentro del bolsillo de su chaqueta.

—Señorita Carmichael, no se alarme. —Sacó con cuidado la placa y la extendió hacia ella—. Soy el detective Harry de la División de Crímenes Violentos. —Era completamente consciente de que ella se había aterrorizado al descubrirlo dentro de su casa.

Elizabeth podría haberse sentido aliviada tras saber que era policía, pero, muy por el contrario, aquello la perturbo aún más.

—¿Dónde está Leslie?

—¡Beth! ¡Qué bueno que has llegado! —Leslie entró en la sala, cargaba una bandeja con dos tazas de café humeante—. El detective Styles ha venido a verte.

Los ojos verdiazules de Elizabeth se ensombrecieron hasta volverse de un tono muy oscuro. «Styles», recordaba muy bien aquel apellido, pero no conocía al hombre que había sorprendido saliendo de su taller de pintura.

Leslie dejó el café sobre la mesita y le sonrió a su amiga. Sabía, por la expresión poco amigable en su rostro, que aquella visita no le agradaba en absoluto. De inmediato, se dio cuenta de que lo mejor sería dejarlos a solas y, sin mediar palabra, regresó a la cocina.

Harry dio dos pasos hacia ella.

—Señorita Carmichael, necesito que hablemos —dijo, con voz baja y vehemente.

Carmichael. Aquel era su apellido. Sin embargo, le parecía completamente desconocido. Después de su secuestro, le habían aconsejado que se lo cambiara por su propia seguridad, y no había tenido más remedio que acceder, sobre todo, para complacer a su hermano mayor quien, desde aquel hecho, la trataba como si en cualquier momento fuera a romperse.

—No lo creo. —Su respuesta fue tajante.

Harry dejó escapar un áspero suspiro. La observó en silencio un instante. Algunos mechones sueltos se habían pegado a su cuello transpirado, y una mancha de sudor que descendía por el centro de su atuendo pegaba la tela a su piel y acentuaba así la redondez de sus pechos. Harry aparto la mirada y se enfrentó de nuevo a aquellos ojos que lo miraban con recelo.

—Sé que ha pasado mucho tiempo y...

Elizabeth le lanzó una mirada fulminante y le impidió continuar.

—Usted lo ha dicho, detective. —Lo miró directamente a los ojos—. No comprendo por qué después de tanto tiempo la policía viene a buscarme otra vez.

—Créame que si he venido hasta aquí es porque es absolutamente necesario que hablemos.

Había determinación en el tono de su voz y, por un instante, Elizabeth se sintió intimidada por él y por esos ojos tan verdes que la observaban impacientes.

Nomeolvides | H.S.Onde histórias criam vida. Descubra agora