Capítulo 09: Parte 2

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Elizabeth echó un nuevo vistazo a la cama. Al parecer era la única en el lugar y no entendía cómo él pretendía que ella durmiera allí. Era su habitación, su cama, su espacio, y ella no quería invadir su intimidad.

—Supongo que dormiré en el sofá del salón —afirmó.

—Supones mal, Elizabeth. Como un caballero que soy no puedo permitir que una dama duerma allí. Dormirás en mi cama, yo usaré el sofá.

—Harry, no tienes por qué hacer eso; puedo perfectamente dormir en el salón.

—Si quieres compartir el sofá conmigo, no voy a poner ninguna objeción; pero creo que estaríamos más cómodos si tú duermes aquí. —Mantuvo una expresión grave, pero había una chispa de risa en sus ojos.

Elizabeth se sonrojó e intentó fruncir el ceño, sin embargo, una sonrisa, al fin, se abrió paso en sus labios.

—Creo que tienes razón, pero todavía estas a tiempo de arrepentirte.

—Buscaré tu maleta para que acomodes tus cosas.

Cuando salió aprovechó para echar un vistazo al cuarto de baño. Las paredes estaban completamente cubiertas de azulejos blancos estampados con motivos marinos. El conjunto de sanitarios era de una tonalidad azulada, al igual que la bañera que yacía recostada en un rincón, rodeada por una cortina de plástico. Salió cuando escuchó a Harry entrar en la habitación.

—Aquí tienes. —Colocó la maleta sobre la cama.

—Gracias.

—Acabo de pedir una pizza —le avisó—. Supongo que debes estar hambrienta.

Comer ocupaba en ese instante el último lugar en su lista de prioridades a pesar de no haber probado bocado en lo que iba de día. Lo que más deseaba era darse un baño y relajarse un buen rato.

—En realidad no tengo hambre. —Se puso la mano en el vientre—. Tengo el estómago cerrado.

—Son los nervios, la tensión por la que has tenido que pasar.

Asintió; tenía razón en lo que decía, aunque sabía muy bien que se debía a algo más, y ese algo tenía que ver precisamente con él.

—Me gustaría darme un baño y recostarme un rato —dijo ella mientras esperaba a que saliera de la habitación y la dejara sola.

—Por supuesto —respondió él sin moverse.

Elizabeth se cruzó de brazos.

—¿No deberías esperar al repartidor de pizzas en otro sitio?

Harry la miraba fijamente, el color de sus ojos se había vuelto más intenso. Elizabeth sintió que la garganta se le secaba.

—¿Podrías salir, por favor?

—Claro, por supuesto. Lo siento. —Estaba actuando como un tonto—. Siéntete como en tu casa, te guardaré un par de porciones —le dijo y cerró la puerta corredera tras él.

Ya sola, Elizabeth se dejó caer sobre la cama y suspiró. Pasó las manos por la manta, se sentía suave al tacto como si fuera de terciopelo. Cerró los ojos en un intento por calmarse un poco. ¿Qué estaba haciendo allí, en la habitación de aquel hombre y recostada en su cama? Levantó los párpados y observó los cuatro delgados postes de bronce que se erguían alrededor del lecho. Le parecía estar en otra época, en un palacio señorial, y aquella cama perfectamente podría pertenecer a algún rey europeo. Se rió de sus propios pensamientos y de lo soñadora que solía ser a veces. Se levantó de un salto y preparó la bañera, regresó a la habitación y comenzó a quitarse la ropa, no sin antes cerciorarse de que Harry hubiera cerrado bien la puerta antes de irse. Buscó algo de ropa dentro de la maleta y volvió a meterse en el cuarto de baño.

Nomeolvides | H.S.Where stories live. Discover now