Capítulo 14: Parte 1

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—Creía que un hombre con tu condición física tendría un poco más de resistencia. —Elizabeth se quedó trotando en el lugar mientras observaba a Harry, que intentaba alcanzarla un par de metros detrás.

—Creía... creía que corrías solo media hora —respondió con la respiración entrecortada.

—A veces me extiendo un poco más. —Sonrió con malicia—. Hoy es, precisamente, uno de esos días.

Se detuvo hasta que él logró ponerse a la par de ella.

—Será cuestión de que se acostumbre a llevarme el ritmo, detective.

Lo observó mientras se detenía para estirarse y recuperar un poco el aire. Habían dado más de diez vueltas al parque Roeding; sin embargo, Harry tenía todo el aspecto de haber corrido una maratón.

Él la miró con indiferencia.

—Prefiero la comodidad de mi gimnasio.

—Yo no cambiaría esto por ninguna otra cosa. —Hizo un par de elongaciones y algo de rotación de cintura—. Deberías hacerlo cada mañana, apuesto a que cambiarías de opinión.

—Lo dudo.

—¿Otra vuelta más? —propuso desafiante.

Harry sabía que aquello tenía que ver con lo que había sucedido en su cama esa misma mañana; de alguna manera ella estaba buscando vengarse de él y ni siquiera podía culparla. ¿Qué podía decirle? ¿Que cada vez que la tenía cerca se le aceleraba el corazón y su único pensamiento era hacerle el amor, pero que no podía porque ella era parte del caso?

—¿Por qué no descansamos? Creo que por hoy ya ha sido suficiente.

—Tú quédate a descansar si quieres, yo correré un poco más.

Harry levantó la mano.

—Quiero tenerte siempre a la vista, no te alejes y regresa enseguida —le advirtió.

Elizabeth hizo una venia.

—A la orden, mi señor.

Antes de que él pudiera decir algo le dio la espalda y se lanzó a correr otra vez. Él se dejó caer en un banco de madera, la seguía con la mirada. La observó rodear una hilera de árboles y, por un segundo, desapareció del alcance de su vista.

—¡Maldición!

Se levantó de un salto y comenzó a correr hacia la arboleda por donde Elizabeth había desaparecido. El temor le provocaba un dolor palpitante en el pecho. Esquivó a una mujer y a sus dos pequeños hijos y luego a un vendedor de globos multicolores. No lograba verla por ninguna parte.

Se detuvo en medio del parque y comenzó a dar vueltas observando cada rincón con desesperación. Ya no estaba ni siquiera cansado; tan solo se sentía embargado por una terrible sensación de angustia e incertidumbre que se esfumó apenas la vio junto a un expendedor de agua.

Caminó hacia ella. A medida que se acercaba el ritmo de sus latidos se iba acelerando.

—¡Por Dios! ¿Quieres matarme del susto?

Elizabeth se dio media vuelta y lo miró. No había solo preocupación en sus ojos, estaba enojado con ella.

—Lo siento, pero aquel niño me ha pedido que lo ayudara a beber un poco de agua —explicó mientras que con una mano señalaba a un niño rubio que se alejaba en su bicicleta.

Harry exhaló un lento suspiro. Estaba exagerando y debía calmarse si no quería que sus nervios terminaran destrozados.

—Perdóname tú a mí. A veces me tomo mi papel de policía demasiado en serio —dijo y esbozó una sonrisa.

Nomeolvides | H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora