Extra 2

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Abrí los ojos al escuchar el llanto agudo de Triana, miré a mi izquierda para darme cuenta de que Aida está completamente dormida, por lo que dejé un beso en su hombro y me levanté para acercarme a la cuna que se encuentra a los pies de nuestra cama.

Apoyé las manos en los laterales y miré a nuestra hija la cual estaba roja como un tomate de tanto llorar y berrear, desde que nació hacía dos meses siempre había sido así, por lo que la cogí en brazos y la apoye en mi pecho dándole palmaditas en la espalda mientras caminaba dando ligeros saltitos.

— Ya princesa, que vas a despertar a mamá— Susurré antes de dejar un beso en su cabecita

Seguí moviéndome mientras sujetaba el chupete en su boca para que no se cayera y volviera a gritar, tenía los ojos empapados en lágrimas, se las quite con cuidado con un pañuelo y seguí moviéndome sin ser capaz de calmarla, cuando me giré en dirección a la cama vi a Aida frotándose los ojos mientras se acercaba a nosotros.

— Anda dame, seguro que tiene hambre

Se la entregué y la seguí a la cama para sentarme al lado mientras esta se levantaba la camiseta y colocaba a la niña en su pecho la cual se adhirió a ella como una sanguijuela, miré a mi mujer a la cara y esta tenía los ojos entre cerrados con grandes  ojeras, desde que Triana nació habíamos dormido poco, sobre todo Aida ya que la niña padecía de cólicos los cuales habían mermado un poco con la medicación que nos habían dado hacía unos días.

— Aida deberías de intentar dormir durante el día, yo estoy en casa y puedo hacerme cargo de ella te recuerdo que se cómo funcionan los bebés

— No hace falta, ya me ayudas mucho pero no quiero...

— Necesitas dormir y descansar, vas a enfermar si no— Me miró con los ojos somnolientos los cuales empezaron a llenársele de lágrimas por lo que me acerqué a ella y rodee sus hombros con mi brazo haciendo que recostara su cabeza en mi pecho— Ya está amor, no llores.

— Es que me siento una inútil, no puedo evitar que mi hija llore porque algo le duele, ni puedo ponerle remedio y siento que no hago suficiente y...

— Deja de pensar así eres una buena madre, tanto para Triana como para los chicos, haces demasiado por nosotros te empeñas en hacerlo todo y así no se puede, déjate ayudar, nos tienes a nosotros tres para ayudarte con las cosas, además también es mi hija y mi responsabilidad por lo que si te quieres ir una semana de vacaciones al caribe te puedes ir sin problema

Se rió al escuchar aquello último y que fue música para mis oídos, pocas veces se reía o sonreía de verdad, los niños intentaban siempre hacerla reír, pero era algo difícil, habíamos ido al médico por si tuviera una depresión postparto pero nos dijo que no, que era simplemente agotamiento.

Dejé un beso en su frente y agarré a la niña cuando me la dio para colocarla en mi hombro y sacarle los gases, lo cual resulto algo catastrófico ya que termino vomitándome la espalda, algo que hizo que Aida empezara a reírse hasta el punto de hacerse pis, debido a que  tras el embarazo su vejiga se estaba recuperando.

—  ¡No te risa de mi Colton Fernsby!

—  Tú te has reído de mí, es lo justo que yo lo haga.

Después de darnos una ducha rápida volvimos a meternos en la cama a dormir, pero mi sueño se esfumo cuando una sombra se colocó a mi lado

—  Papi— La vocecilla de Mason me hizo suspirar

—  ¿Qué pasa?

—  He tenido una pesadilla

Volví a suspirar y me quité las mantas para dejarle que pasara y se colocara en el medio de los dos, pegándose a Aida como una lapa, besé su frente y pegó su espalda más al pecho de Aida pero esta vez llevándose mi brazo consigo para abrazarlo.

(...)

Abrí los ojos de golpe cuando sentí que llevaba durmiendo mucho tiempo, miré al otro lado de la cama y este estaba vacío por lo que Salí de la habitación en busca de mi mujer y de mis hijos.

—  Buenos días papá— Me saludó Christopher desde el sofá mientras veía la tele con Triana dormida en su pecho

—  Buenos días hijo— les di un beso  la cabeza a los dos  al acercarme— ¿Tu madre?

—  En la cocina haciendo la comida con Mason, le dio el día libre a Greta y a Robert

Asentí y caminé hacía la cocina y me recosté en el marco de la puerta viendo cómo Mason hacía todo lo que Aida le decía mientras esta se paseaba por toda la cocina.

—  ¡Papi!

—  Hola hijo buenos días— le di un beso en la frente y me acerqué a Aida para darle un beso más largo de lo esperado

—  ¿Estás de muy buen humor no? — Preguntó riendo

—  Parece ser que si, además me ofende que me lo digas no soy un gruñón

—  Bueno...— Dijeron a la vez

Me crucé de brazos y les miré mal

—  No lo soy

—  ¿El que no eres? — Preguntó Christopher al entrar en la cocina con su hermana en brazos y dársela a Aida

—  Un gruñón

—  Bueno...— Contestó este

Fruncí el ceño y les miré mal a lo que ellos se rieron antes de abrazarme, por lo que no pude evitar sonreír.

—  Eres un gruñón— Dijo el mayor

—  Pero eres nuestro gruñón— siguió Aida

—   Y e queremos mogollón — Terminó por decir Mason

Los cuatro empezamos a reír y les abracé a los tres, no pude evitar sonreír ante la familia tan maravillosa que me había tocado.

Dos hijos increíbles, fuertes y valientes, una princesita preciosa a la cual nunca dejaríamos tener novio y una mujer más que maravillosa que era la luz de mi vida, porque tenía claro que sin ninguno de ellos mi vida no tendría sentido.

Porque al fin y al cabo eran todo lo que estaba bien en mi vida.

Una niñera a la españolaWhere stories live. Discover now