Capítulo 11

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Corrí por el aeropuerto como alma que lleva el diablo. Iba tarde, muy tarde, lo más seguro era que me encontrara con una Loreto muy cabreada. Cuando llegué a la zona de espera por la que supuestamente salía me fijé en que el avión acababa de aterrizar, moví la pierna con nerviosismo, revisando el cartel cada dos por tres con el mensaje que ella me envió, si me equivocaba de puerta tenía por seguro que me molería a palos.

— ¡Pedazo de perra!— Escuché gritar a mi amiga mientras corría en mi dirección.

— ¡Pedazo de zorra!— Grité de vuelta a la vez que nos abrazábamos efusivamente.

Ambas reímos mientras observábamos a la gente que nos miraba.

— ¿Qué? ¿acaso no han visto nunca el amor entre mujeres?— preguntó Lore al aire viendo cómo las personas volvían a lo suyo.

— Estúpidos gringos...— Murmuró.

—Lore no llevas ni diez minutos en Nueva York y ya estás insultando a su población.

— ¡Oh por el amor de Cristo! tu mejor que nadie sabes como es esta gente, se creen superiores por vivir donde viven, por no hablar de que hablan inglés, ojo cuidado— golpeé mi frente con la mano cuando vi lo que estaba dispuesta a hacer— ¡¿Pues saben que hijos de su madre?! ¡El inglés es una puta mierda! ¡Viva el español y toda la gente que lo tiene como lengua materna! — Gritó en español mientras la gente la miraba como si estuviera loca.

Me mordí el labio fuertemente mientras negaba, tenía las mejillas, bueno, la cara en general como un tomate. Miré a todos lados y abrí los ojos cuando dos guardias caminaban en nuestra dirección con cara de pocos amigos, me acerqué a mi amiga y tiré de su mano para poder empezar a correr.

— ¡Es hora de irnos defensora de los españoles y de los latinos!

Entre carreras y risas salimos del aeropuerto, una vez en mi coche de camino a casa volvimos a ser dos adolescentes, con la música a todo volumen cantando canciones viejas.

—Y esa Juana sin arco, ese Bill sin Gates...

—Aquella foto de aquel narco que viste de beige...

Nos miramos sin poder contener la risa y estallamos en carcajadas, había echado demasiado de menos a mi mejor amiga. Cuando la canción terminó bajé el volumen y suspiré, estábamos en silenció, no era incómodo sino todo lo contrario las dos tarareamos al ritmo de otra canción.

— Como extrañaba hacer estas cosas —Comentó mirándome.

— Yo también, jamás pensé que te extrañaría tanto, pero tienes razón Estados Unidos ,bueno, el mundo en general está bien, pero no es lo mismo que nuestra casa con sus fiestas y costumbres, aquí la gente es muy...

— ¿Aburrida?

— Sí y no, ósea son muy fríos es como muy distante todo y mira que de donde somos la gente es muy seca, pero esta gente es mil veces peor, no sé es todo como muy estresante y rápido.

— ¿Más secos y fríos que tú? joder ni que vivieran en el polo, pero entiendo lo que dices, ya sabes, las culturas son diferente, seguro que si estuviéramos en Argentina o Colombia o cualquier país de latinoAmérica como que encajarías más, o igual no.

Asentí sin decir nada mientras aparcaba. Una vez entramos al apartamento la escuché silbar y la vi perderse por todo el piso. Lore solo había conocido el primer piso en el que estuve viviendo, era pequeño a nivel de que tuvimos que dormir las dos en la única cama que había; por el contrario este tenía dos habitaciones y dos baños, algo había mejorado la cosa.

Me dejé caer en el sofá mientras me hacía un moño y cerraba los ojos, sentí el sofá hundirse a mi lado de golpe, abrí los ojos mirando a mi pelirroja favorita.

— Joder este sitio es una pasada ¿Cómo es posible que en tan poco tiempo pasaras de vivir en un piso del tamaño de tu antiguo cuarto en casa de tus padres a vivir aquí?

— Bueno mi querida amiga yo lo llamo la magia de ahorrar y ser persistente— Comenté encogiéndome de hombros.

Mientras ella se instalaba pedí comida china a un restaurante cercano, la verdad no tenía ganas de cocinar y tenía claro que no lo haría, mientras la comida llegaba y no aproveché para ducharme.

Una vez colocamos la mesa para cenar nos sentamos para poder devorar la comida, siempre fuimos unas cerdas comiendo, algo que solo exponíamos entre nosotras o con Hugo.

— Oye ¿qué tal Hugo? El otro día me llamó y se me olvidó devolverle la llamada.

— Bien ya sabes...

— Ah no, mírame a los ojos y dime qué ha pasado.

— Pufff es complicado..

— Loreto...

— Vale, vale , me pidió matrimonio— me paralice dejando los palillos con fideos a mitad de camino de mi boca.

— ¡¿Qué?! ¡pero si eso es genial joder que bonito! ¡AAAAHHHH!— Empecé a saltar y a chillar como si de una niña me tratara a la que le acababan de decir que iba a ir a Disney

— ¡¿Quieres dejar de gritar como una puta loca?!

—¡Oh dios mío mis bebés se casan joder!— me llevé las manos a la boca y me acerqué corriendo para abrazarla.

Empezamos a reír como dos locas mientras nos abrazábamos y llorábamos.

Después de calmarnos empezamos a hablar de todo. Era algo que ella no se esperaba, ni ninguno nos lo esperábamos la verdad, con lo espíritu libre que siempre fue Lore y mucho menos después de saber de los fetiches de mi querido amigo; el muy cabrón la engañó haciéndola enfadar para después pedírselo ganándose una buena bofetada de parte de mi amiga.

Hicimos videollamada con Hugo, que sonreía y miraba a su novia, ahora prometida, con mucho amor; me sentía super feliz por mis amigos, ambos se merecían ser felices, sobre todo Lore después de todo lo que sufrió tras el abandono de su madre. Fue algo que no quise preguntarle si la invitaría aunque sabía la respuesta. A los dos años de conocernos la madre de Loreto la abandonó a ella y a su padre por irse con un Sugar Daddy ¿de locos no?, desde entonces el tema de su madre es un tema tabú incluso se empezó a teñir el pelo para no tener nada de ella, pasando de rubio a pelirrojo, naranja como las zanahorias, algo que hoy es su marca personal.

Sonreí como una estúpida ante la imagen que tenía delante de mí y me recosté en su hombro mientras suspiraba anhelando alguna vez tener algo así.

Una niñera a la españolaWhere stories live. Discover now