PRIMER CAPITULO

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Eran apenas las 9 de la mañana y ya Isabella había tenido dos reuniones. Entró a su suntuosa oficina ubicada en el piso 7 de la Torre Empresarial D'Alessandro, donde se encontraba la Agencia publicitaria Lamix que dirigía por encargo de su padre Luis D'Alessandro.


Al posicionarse en su silla giratoria se dedicó a observar por la gran ventana de cristal que fungía como pared trasera de su oficina, apreciando esa hermosa vista no pudo evitar pensar en lo agraciada que era, con apenas 32 años ya dirigía una exitosa empresa y tenía varios empleados bajo su mando. Además de esto, era una de las socialitées más codiciadas. Realmente no se podía quejar de la vida pensó, hasta que ése recuerdo, que siempre la hacía llorar , dominó su mente.


Luego de varios minutos, una voz que provenía desde la puerta entrecerrada la apartó bruscamente de su trance...

-Isabella, tienes un desayuno en media hora con los inversionistas italianos que vienen a coordinar lo de la campaña con Vaniah, ¡no lo olvides!

-¡No lo olvido! contestó ella mientras hacía con la mano un ademán que restaba importancia a la situación.

-Además de eso, ¿hay alguna otra cosa en agenda para hoy?-Bueno... No es exactamente un compromiso, pero por si no lo recuerdas, hoy se cumplen diez años de...

-¡Sé perfectamente que hoy hace diez años que sucedió! interrumpió cortante, volteándose hacía la ventana para poder ocultar la lágrima que lentamente recorría su rostro.

-Si no tienes nada más importante que decirme ¡retírate!, le ordenó a la joven mujer de ojos cafés Cuando se encontró sola una vez más, se dijo a sí misma...

-¡Cálmate Isabella, hoy solo es ese mal día que se repite cada año para que tengas que recordar lo infeliz que eres, pero como han pasado todos los demás, éste también pasará! Solo debes asistir a esa estúpida reunión de inversionistas, poner tu mejor sonrisa y vender el trabajo de ésta compañía como solo tú sabes hacerlo! Luego de eso, podrás irte a tu casa y ver comedias románticas hasta quedarte dormida.

Tomó una bocanada de aire y endureció su mirada.Notando que ya era un poco tarde para su cita, salió velozmente de su oficina y se apresuró a tomar el elevador, que para su suerte, se encontraba vacío y por lo tanto no tendría que esperar las paradas que hicieran los demás a bordo. Marcó rápidamente el botón que la llevaría al piso once, es decir, el último de la torre, donde se encontraba la Sala de Juntas.


Tal cómo lo imaginó, los ejecutivos de la marca se encontraban ya posicionados, esperando por ella pacientemente.

A raíz de esto, Isabella les ofreció sus disculpas y tomó asiento.Luego de la presentación donde ambas partes expusieron sus requisitos y pretensiones con respecto a la campaña que pretendían poner en marcha los meses siguientes, el inversionista principal de Vaniah, la archireconocida casa de modas italiana, quiso expresar sus lineamientos en cuanto a las negociaciones con la publicitaria.

Después de una cordial conversación con Isabella, acordaron que en los días siguientes enviarían un representante que sería el nexo entre ellos y la marca italiana.

-¡Perfecto señor Sallomoni, se hará como usted diga! -asintió Isabella tratando de parecer agradable-¡Gracias señorita D'Alessandro, estaremos en contacto!, y diciendo ésto se marchó, junto a sus cuatro acompañantes.

En el recorrido de la Sala de Juntas hasta su oficina Isabella iba pensando en cómo podría ser ese dichoso representante que enviaría Vaniah a supervisar el proceso...

-¿Qué más da cómo sea? Igual tendré que soportarlo. Espero que no sea pretencioso, ni altanero, porqué para eso me basto y me sobró yo jajaja- se dijo a sí misma en su cabeza.

Mientras tanto, en Italia una reunión vía vídeoconferencia se llevaba a cabo...

-¡Así es señor Sallomoni! En cuanto usted regrese y me dé las especificaciones requeridas, parto a Estados Unidos y comienzo con mi trabajo, respondió vivamente el joven al otro lado.

-¡Así me gusta Bourdierd, siempre dispuesto! Recuerda que esta es una campaña MILLONARIA, no nos podemos dar el lujo de que algo salga mal, ¿comprendes?

-¡Claro señor, sabe que puede confiar en mí! ¿Cuándo le he fallado?

-Pues siendo así, nos vemos cuando llegue Jaime, respondió el experimentado ejecutivo. Y era así como sin pensarlo, los destinos de Isabella y Alessandro, empezaron a unirse de la forma más inesperada...

El Amor Que No SoñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora