TERCER CAPITULO

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Con tantos preparativos y ocupaciones para poner en orden todo antes del inicio de la campaña se sentía como si cada día pasara más rápido que el anterior. Es así como ya habían transcurrido tres semanas desde la reunión con los inversionistas, lo que significaba que en tan solo unos días todo habría empezado.


Eran las cinco de la tarde cuando el intercomunicador sonó con una llamada para Alexander.

-Bourdierd, ¡me imagino que ya estás listo para emprender esta aventura que hemos puesto en tus manos!

-¡Lo estoy señor, claro que lo estoy! Tengo el presentimiento de que hemos tomado la decisión correcta, ahora es solo cuestión de comprobarlo.

-Me alegra escucharte decir eso pues tu intuición jamás falla Alexander, respondió el jefe-¡Ya verá, ésta tampoco será la excepción!-Bueno hijo, descansa, mañana tienes un largo día de preparativos para tu viaje.-

Gracias señor- respondió Alex, dando por terminada la conversación.


En ese preciso momento en Estados Unidos...Luego de varios timbrazos que no recibieron respuesta, resonó por la habitación la voz de Isabella en el contestador que decía: "Parece que no puedo contestar, ya sabes qué hacer después de la señal. Peace"


-¡Gracias a Dios que este no es el mensaje en tu celular porque si lo fuera, no sé que pensarían los clientes de la publicitaria al escucharte! Pero bueno, es solo para decirte ya estoy en casa, ven a verme cuando quieras. Te extrañé pequeña, dijo con dulzura el hombre al teléfono.

Mientras tanto, a kilómetros de esa contestadora, Isabella se encontraba en uno de sus lugares favoritos para visitar después del trabajo, una pequeña tienda de la afamada cadena americana Starbucks. Tenía por costumbre ir allí por lo menos una vez por semana y disfrutar de un delicioso café helado, sin importar la hora.


Luego de haber ordenado su habitual Iced Caramel Macchiato, se sentó en una de las mesas que daban a la calle dedicándose a ver la gente pasar. Esta era una de las cosas por las que prefería ir a aquella tienda en lugar de cualquier otra, se encontraba en una de las avenidas más transitadas de la ciudad por lo tanto había más gente que observar. Esa noche Isabella notó algo a lo que quizás nunca le había prestado atención... La gran cantidad de parejas enamoradas que existían en esa ciudad.


Reflexionó en el pensamiento de que no importaban las guerras, ni los problemas, ni las ideologías, nada le impedía al amor que fuera amor, y mucho menos lograba opacarlo.

Lo mismo la llevó a pensar en la conversación de semanas anteriores con su amiga Amanda sobre ese tema, y fue entonces cuando por una milésima de segundo contempló la posibilidad de que eso fuera lo que hacía falta en su vida.

Después de mucho darle vueltas al asunto, decidió marcharse, pues ya era tarde y estaban por cerrar.Al llegar a su casa encendió las lámparas y vio parpadear la luz de la contestadora.

Repasó mensaje por mensaje, varios eran de chicos que había conocido en las infinitas actividades a las que asistía en representación de la compañía, otros tantos de servicios telefónicos, pero estaba ese otro mensaje que le sacó una sonrisa y le hizo decir en voz alta:

-¡Por fin regresaste, yo también te extrañe! Tengo tantas cosas que contarte. El mensaje era de su padre, una persona muy importante en su vida, ya que además de serlo, era junto a Amanda, el mejor amigo de Isabella.

El Amor Que No SoñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora