QUINTO CAPITULO

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Todas las miradas se mantuvieron sobre él, excepto una, la de Isabella quien se impresionó tanto al ver su casi perfecta figura que decidió bajar la mirada intentando esconder el rubor en su cara, pero todo fue en vano pues Alexander se hizo camino entre el grupo de personas en la habitación y llegó hasta ella preguntándole cortésmente:


-¿Le pasa algo señorita D'Alessandro? Quiero decir, si no me equivoco, es usted.


-Sí, sí soy yo, estoy bien.Gracias por preocuparse, le respondió Isabella aún un poco aturdida por la situación.


En ese momento, Alexander le hizo una reverencia y prosiguió hacía el asiento asignado para él en la junta.

Ella procedió a sentarse en su lugar que quedaba justo al frente del suyo en el otro lado de la gran mesa en cristal ovalada.

Cuando estuvieron todos listos para empezar el Luis D'Alessandro dio inicio formal a la actividad con unas palabras.


-Bienvenido sr. Bourdierd, un placer tenerlo aquí con nosotros. Esperamos que ésta sociedad sea productiva para ambas empresas y sea también el inicio de muchas otras cosas juntos.Alex escuchaba sus palabras atentamente con una sonrisa en el rostro, con manos entrelazadas sobre la mesa y mirada pacífica. Asintió con la cabeza en señal de agradecimiento.


"Ahora lo dejo con Isabella quien me representará en esta sociedad".Al escuchar esto Is tomó la palabra, saludando nuevamente a Alex, quien no dejaba de mirarla como quien hace una radiografía.


Durante toda la intervención de ella, que consitió en las políticas de la compañía, los planes que existían hasta ese momento para la campaña publicitaria, y otras cosas, él la miraba sonriendo, lo que desubicaba un poco a Isabella cuando sus miradas chocaban por accidente.

Era el turno de Alexander de exponer las puntualizaciones de Vaniah en cuanto a todo el asunto. En unos diez minutos su participación había terminado, marcando el fin de la junta.


Todos se pusieron de pie y salieron de la sala mientras que Is se quedó arreglando unos papeles, al notar esto Alexander se devolvió hacia allá diciéndole desde la puerta:


-¿Necesita ayuda? Quizás entre los dos terminemos más pronto.Isabella sorprendida, pues pensó que se encontraba sola, miró hacia la puerta para encontrarse con su bello rostro que la miraba con atención.


-No, no, muchas gracias, ya casi termino y me voy, le dijo.


-Qué bueno escuchar eso porque necesito a alguien que me diga donde puedo encontrar un buen tortellini en esta ciudad y pues... pensé que podía ser usted, con eso de que pasaremos mucho tiempo juntos por lo del trabajo creí que es bueno irnos acostumbrando al otro...


Isabella lo miraba perpleja, este hombre que acababa de conocerla, ya le estaba coqueteando, ¡era increíble!


Alexander como leyendo sus pensamientos prosiguió:


-No lo tome a mal, si no quiere, olvídelo, solo quería compartir con usted un rato más.Hizo el intento de dejar el lugar cuando la voz de Isabella lo detuvo.


-Eh, no no, no lo tomo de ninguna forma, es solo que no me lo esperaba, la verdad tengo muchas cosas que hacer y pensaba seguir trabajando en casa.


-Bueno, siendo así,supongo que nos vemos mañana le respondió cabizbajo.En ese momento algo dentro de Isabella le gritó que no lo dejara ir y aceptara la invitación, total ¿qué podía pasar?


-Alexander, espéreme, iré con usted, pero le suplico que no nos tomemos demasiado tiempo.


Al escuchar esto, Alex se dio la vuelta con una sonrisa que le llenaba todo el rostro y le dijo:


-Le prometo que no se va a arrepentir.

El Amor Que No SoñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora