DECIMO QUINTO CAPITULO

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Durante todo ese día Alex buscó mil pretextos para no llegar a la casa, se fue a un parque y se sentó por horas en una banca a contemplar el paisaje, visitó algunos museos, volvió a comer a la Trattoría de siempre, se encontró con un grupo de hombres que jugaban basket en una cancha cercana y jugó un rato. Luego de todo esto, ya estaba cansado y era de noche, exactamente lo que quería, que pasara el día rápido, llegara la hora de dormir y fuera domingo, así faltaría menos para estar con Isabella nuevamente.


Había cumplido su palabra de no llamarla en lo que iba del viaje, pero ya no podía más con las ganas de escucharla, cuando llegó a la casa, se duchó, miró un poco de televisión y leyó algunos capítulos de un libro que había comprado días atrás, pero todo fue inútil, seguía pensando en ella. Intentó acostarse para evitarlo,y cuando tenía la luz apagada y estaba metido en la cama, la pantalla de su celular se alumbró con el nombre de Isabella. Alex no podía creer lo que veía, sorprendido pensaba:


-¡Si me está llamando, es porque me extraña!


Dejó que el teléfono diera unos timbrazos más y lo levantó diciendo:


-¡Wow! ¿a qué debo el honor de su llamada señorita D'Alessandro?


-¿Así es cómo piensas saludarme? Hace dos días que no hablamos y ni siquiera me dices que me extrañas, le dijo ella fingiendo enojo mientras sonreía esperando su reacción.


-¿Tú me extrañas? la retó Alexander.


-Creo que la respuesta es algo obvia, te estoy llamando a las 2 de la mañana.


-Aunque sea obvio, quiero escucharlo.


-¡Está bien, está bien Alexander Bourdierd! ¡Te extraño y muero porque estés aquí conmigo!

¿Contento? le dijo ella para complacerlo.

-Sí, mucho, y ¡por supuesto que te extraño! Pero te prometí que no lo oirías de mí hasta que no lo dijeras primero.


-Jajajajaja, ya había olvidado eso, dijo ella risueña.


-Pues yo no, pero ya que lo dijiste, la verdad es que no veo la hora de que sea lunes y llegues a la oficina, le admitió Alex.


-Te extraño tanto que ni te imaginas lo que estoy haciendo.


-¿Qué haces? dijo él geniunamente interesado en saber.


-No te lo diré, contestó ella en tono juguetón.


Lo cierto es que Isabella estaba haciendo uso de sus dotes de pintora, el dibujo se le daba bastante bien. Se encontraba trabajando en uno de ella y Alex que se parecía a lo que fue su primer beso.


-¿Pero por qué? Ya me intrigaste, ahora quiero saber.


-Nonono, ya te lo mostraré luego.


-Ok, ok, dejó de insistir él.


En esa llamada hablaron tonterías por horas, Isabella terminó su dibujo y Alexander hasta le cantó con su hermosa voz algo de una canción "para que se durmiera". La cuestión es que eran las 4:30 AM y seguían al teléfono, entonces Isabella dijo:


-Ya vámonos a dormir, que aunque mañana es domingo, tengo cosas que hacer.


-¿Qué cosas? No entiendo por qué si es domingo no regresas mañana a Houston, dijo él.


-Es que tengo una cena con los directores del centro de convenciones donde fue mi conferencia, le respondió mientras bostezaba.


-Bueno, duerme ya preciosa, le dijo él al escucharla bostezar.


-Adiós niño bonito, te quiero mucho, le dijo ella con amor.


-Yo más princesa, y terminó la llamada.


Recostado en su cama repasó la conversación con Isabella hasta que se quedó dormido pensando en ella.

El Amor Que No SoñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora