SEGUNDO CAPITULO

21 2 0
                                    


Después de haber revisado minuciosamente su agenda del día y habiendo comprobado, que como siempre, todo había ido según los planes, Isabella se dispuso a ir a casa.

Cuando se disponía a tomar el ascensor que la llevaría al parqueo de la empresa, donde se encontraba su auto, recordó que se encontraba fuera de servicio por mantenimiento durante ese día.

Ante la idea, rió de sí misma pensando que ciertamente, aunque no queramos, hay días en los que parece que todo es un plan para ponérnosla más difícil.

Simplemente no le quedó de otra que tomar el camino más largo hacia su auto y que por si fuera poco, incluía salir a la calle y bajar por las escaleras.


-No te preocupes Isabella, todas estas cositas solo harán que disfrutes más de tu larguísimo baño de espuma cuando llegues a casa, pensó para sí.

Mientras caminaba por la calle, absorta en sus pensamientos, que incluían desde todo lo que tendría que hacer al día siguiente hasta cómo la estaría pasando su padre en ese "viaje de relajación" de un mes, que decidió tomar, por si fuera poco, en la temporada más alta de la publicitaria.

Realmente, si debía admitirlo, él era una de las muy pocas personas que extrañaba si dejaba de verla por un tiempo considerable.


De pronto escuchó la voz de un hombre que parecía provenir del suelo, buscó con su mirada hasta toparse con un indigente posado en la pared del edificio, que la miraba cálidamente y le decía:

-Bonita, ¿En qué es lo que tanto piensas si lo tienes todo?, ¡mírame a mí que no tengo nada y aún así soy más feliz que tú!

-¡Pero como se atreve a hablarme en ese tono! y encima a decirme que no soy feliz, ¡usted qué sabe de mí!, le contestó ella muy molesta de que un desconocido se entrometiera en su vida de esa manera.

-Sé mucho más de lo que me gustaría saber... Todos los días vengo a observarte desde aquí, con la esperanza de ver que ha cambiado tu mirada y que por fin te das cuenta de todo lo que tienes para vivir contenta.

-¡Mire señor ya le dije que yo estoy muy conforme con mi vida, y que no cambiaría nada en ella, nada! le respondió ella convencida de sus palabras.

-Si eso es así entonces dime, ¿porqué lloras cuando estás sola, cuando piensas que nadie te ve?

-Yo- yo -tartamudeó ella- ¡eso no es asunto suyo! y se alejó caminando del vagabundo.Él quedó mirándola con la misma pacífica sonrisa que tenía al inicio de la conversación mientras decía, más para sí mismo que para ella, pues ya iba lo suficientemente lejos como para poder escucharlo:

-El día que te des cuenta que lo que necesitas es poner más amor en lo que hagas, entonces serás feliz.


Cuando por fin llegó a su auto, aún molesta por aquel extraño diálogo que acababa de sostener con ese anciano, se puso en camino y encendió a todo volumen su canción favorita del momento, pretendiendo con esto olvidar los incómodos momentos de los que había sido víctima durante todo ese día.


Luego de unos minutos de recorrido al fin estaba en su casa. Pensó que nunca estuvo más feliz de estar allí que en ese momento. Caminó por todo el pasillo, sin detenerse, entró a su habitación, prosiguió al baño y puso a llenar la tina con agua tibia, salió unos segundos a quitarse la ropa y buscar su celular.

Al entrar en la tina cerró los ojos repasando su día y lo primero que vino a su mente fue el encuentro con el indigente, sus palabras resonaron en su cabeza hasta que el timbre de su celular interrumpió sus pensamientos.

Vio brillar en la pantalla el nombre de Amanda, su mejor amiga, la cual vivía en New York, pero casi nunca estaba ahí pues se mantenía viajando por su trabajo de modelo.Isabella se apresuró a contestar con el típico grito que le daba a Amanda cada vez que hablaban por teléfono:


-¡Chiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiica! ¿Cómo estás? Hasta pensé que te pasaba algo, hace tiempo que no hablamos.-Lo sé, es que he estado viajando tanto que ni teléfono saco en ninguna parte. Pero cuéntame, dame datos, necesito no-ve-da-des, dime por favoooor que ya conociste a alguien, dijo la amiga con emoción en su voz.

-Mandy, ¿cuántas veces te lo tengo que decir? No estoy "en búsqueda" o como sea que le llamen a eso jajaja.-B, en serio piensas pasarte así lo que te reste de vida, sola...

-No es eso Mandy, es que simplemente, no he encontrado a la persona que me haga sentir que es taaaaan especial como para que yo le de un espacio tan grande en mi cerebro que interfiera con todas mis demás actividades.

-O sea, enamorarte, en lenguaje terrestre, respondió la amiga de forma jocosa.

-Exacto, y menos ahora que me acabó de meter en este lío de la campaña para Vaniah, como comprenderás no tendré mucho tiempo para "eventos sociales" .

-Uhhh, y eso cómo va, preguntó Amanda con genuino interés.-¡Pues no sé! Lo único que me tiene un poco preocupada es la dichosa condición del representante que enviaran a supervisar el desarrollo de la campaña, no sé porque siento que nada será lo mismo después de esto.

El Amor Que No SoñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora