Tregua

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     «ESTARÍAS MUY BIEN EN GRYFFINDOR» le había dicho el sombrero «Podrías llegar a ser muy grande allí ¡GRY-SLYTHERIN!» Lyra suspiró.

Si el sombrero la hubiera puesto en Gryffindor, ¿Qué habría pasado? Seguramente estuviera metiéndose en problemas con el trío de oro y...

No.

Si ella hubiera sido Gryffindor hubiera vuelto a casa en el tren. Le hubiera rogado a su abuela que la transfiriera a Drumstrang o a Beaxbatons. ¿Gryffindor? ¡Qué estupidez! Ella de leona no tenía nada.

¿O sí?

Lyra sintió unos ruidos fuera del cubículo. Se suponía que nunca nadie entraba en aquel baño.

—Hola, Myrtle, ¿qué tal?

Reconoció la voz inmediatamente y rogó porque Myrtle no dijera que estaba llorando cómo una niñita estúpida en el baño de la escuela.

—Esto es un aseo de chicas. Y ellos no son chicas.

Lyra supuso que andaría con Potter y Weasley. Sin querer, tropezó causando un estruendo.

—¿Hay alguien aquí?—Preguntó Potter

—¡Oh si!—Exclamé Myrtle y Lyra entró en desesperación—Lyra Black ha estado llorando aquí

Lyra abrió la puerta enojada.

—Se suponía que era un secreto, estúpida—Reprendió a Myrtle.—Ustedes tres, dicen una palabra y están muertos.

Lyra se quedó allí. No era chismosa, pero quería estar informada y gozar de sabiduría cómo los hijos de Atenea.

—Pregúntale si vio algo —dijo Potter a Granger, sin pronunciar, para que
le leyera en los labios.

—¿Qué murmuras? —le preguntó Myrtle,mirándole.

—Nada —se apresuró a decir Potter—. Queríamos preguntar...

—¡Me gustaría que la gente dejara de hablar a mis espaldas! —dijo Myrtle,
con la voz ahogada por las lágrimas—. Tengo sentimientos, ¿sabéis?, aunque esté muerta.

—Myrtle, nadie quiere molestarte —dijo Hermione—. Harry sólo...

—¡Nadie quiere molestarme! ¡Ésta sí que es buena!—gimió Myrtle—. ¡Mi vida en este lugar no fue más que miseria, y ahora la gente viene aquí a amargarme la muerte!

—Queríamos preguntarte si habías visto últimamente algo raro —dijo Hermione dándose prisa—. Porque la noche de Halloween agredieron a un gato justo al otro lado de tu puerta.

—¿Viste a alguien por aquí
aquella noche? —le preguntó Harry.

—No me fijé —dijo Myrtle con afectación—. Me dolió tanto lo que dijo Peeves, que vine aquí e intenté suicidarme. Luego, claro, recordé que estoy...,
que estoy...

—Muerta ya—Murmuró Lyra, pero nadie la escuchó.

—Muerta ya —dijo Ron, con la intención de ayudar.

Myrtle sollozó trágicamente, se elevó en el aire, se volvió y se sumergió de cabeza en la taza del retrete, salpicándoles, y desapareció de la vista; a juzgar por la procedencia de sus sollozos ahogados, debía de estar en algún lugar del sifón.

Harry y Ron se quedaron con la boca abierta, pero Hermione, que ya estaba harta, se encogió de hombros, y les dijo:

—Tratándose de Myrtle, esto es casi estar alegre. Bueno, vámonos...

Harry acababa de cerrar la puerta a los sollozos gorjeantes de Myrtle,
cuando una potente voz les hizo dar un respingo a los tres.

—¡RON!

Percy Weasley, con su resplandeciente insignia de prefecto, se había detenido al final de las escaleras, con una expresión de susto en la cara.

—¡Esos son los aseos de las chicas! —gritó—. ¿Qué estás haciendo?

—Sólo echaba un vistazo —dijo Ron, encogiéndose de hombros—. Buscando pistas, ya sabes...

Percy parecía a punto de estallar.

—Marchaos... fuera... de aquí... —dijo, caminando hacia ellos con paso
firme y agitando los brazos para echarlos—. ¿No os dais cuenta de lo que podría parecer, volver a este lugar mientras todos están cenando?

—¿Por qué no podemos estar aquí? —repuso Ron acaloradamente, parándose de pronto y enfrentándose a Percy—. ¡Escucha, nosotros no le hemos tocado un pelo a ese gato!

—Eso es lo que dije a Ginny —dijo Percy con contundencia—, pero ella
todavía cree que te van a expulsar. No la he visto nunca tan afectada, llorando amargamente. Podrías pensar un poco en ella, y además, todos los de primero están asustados.

—A ti no te preocupa Ginny —replicó Ron, enrojeciendo hasta las orejas—,a ti sólo te preocupa que yo eche a perder tus posibilidades de ser Representante del Colegio.

—¡Cinco puntos menos para Gryffindor! —dijo Percy secamente, llevándose una mano a su insignia de prefecto—. ¡Y espero que esto te enseñe la lección! ¡Se acabó el hacer de detective, o de lo contrario escribiré a mamá!

Y se marchó con el paso firme y la nuca tan colorada como las orejas de Ron.

Miraron a Lyra. La rubia se pasó una mano por la nuca y les tendió la mano.

—¿Les parece si hacemos una tregua?

—¿Para qué?—Preguntó Potter

—Quiero saber quién está haciendo eso—Admitió—No tardaran en echarme toda la culpa a mí, cuándo Escarbé un poco en mi familia estaré frita.

Y así, aquel cuarteto comienzo lo qué pasaría de ser una tregua a una gran amistad.

LYRA BLACK, pjo & hpOnde histórias criam vida. Descubra agora