San Valentín

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  EL SOL HABIA VUELTO A BRILLAR EN HOGWARTS.

Dentro del castillo, la
gente parecía más optimista. No había vuelto a haber ataques después del cometido contra Justin y Nick Casi Decapitado, y a la señora Pomfrey le encantó anunciar que las mandrágoras se estaban volviendo taciturnas y reservadas, lo que quería decir que rápidamente dejarían atrás la infancia.

Una tarde, Lyra oyó que la señora Pomfrey decía a Filch amablemente:

—Cuando se les haya ido el acné, estarán listas para volver a ser trasplantadas. Y entonces, las cortaremos y las coceremos inmediatamente. Dentro de poco tendrá a la Señora Norris con usted otra vez.

Lyra pensaba que tal vez el heredero de Slytherin se había acobardado.

Cada vez debía de resultar más arriesgado abrir la Cámara de los Secretos,
con el colegio tan alerta y todo el mundo tan receloso.
Tal vez el monstruo, fuera lo que fuera, se disponía a hibernar durante otros cincuenta años.

Ernie Macmillan, de Hufflepuff, no era tan optimista. Seguía convencido de que Harry era el culpable y que se había delatado en el club de duelo. Peeves
no era precisamente una ayuda, pues iba por los abarrotados corredores saltando y cantando: «¡Oh, Potter, eres un zote, estás podrido...!», pero ahora
además interpretando un baile al ritmo de la canción.
Gilderoy Lockhart estaba convencido de que era él quien había puesto
freno a los ataques. Lyra le oyó exponerlo así ante la profesora McGonagall
mientras los de Slytherin marchaban en hilera hacia la clase de Transfiguración.

—No creo que volvamos a tener problemas, Minerva —dijo, guiñando un ojo y dándose golpecitos en la nariz con el dedo, con aire de experto—. Creo que esta vez la cámara ha quedado bien cerrada. Los culpables se han dado cuenta de que en cualquier momento yo podía pillarlos y han sido lo bastante sensatos para detenerse ahora, antes de que cayera sobre ellos... Lo que ahora necesita el colegio es una inyección de moral, ¡para barrer los recuerdos
del trimestre anterior! No te digo nada más, pero creo que sé qué es exactamente lo que...

De nuevo se tocó la nariz en prueba de su buen olfato y se alejó con paso decidido.

La idea que tenía Lockhart de una inyección de moral se hizo patente durante el desayuno del día 14 de febrero.

Llegó al Gran
Comedor corriendo, algo retrasado. Pensó, por un momento, que se había
equivocado de puerta.
Las paredes estaban cubiertas de flores grandes de un rosa chillón. Y, aún
peor, del techo de color azul pálido caían confetis en forma de corazones.

Lyra se fue a la mesa de Gryffindor, en la que estaban Ron, con aire
asqueado, Harry confundido y Hermione, que se reía tontamente. Había dejado de sentarse en la mesa de Gryffindor pero lo había vuelto a hacer. Quería estar con los chicos. No sabía cómo tal si eran amigos, ella nunca había tenido amigos.

—¿Qué ocurre? —les preguntó Harry, sentándose y quitándose de encima
el confeti.

Ron, que parecía estar demasiado enojado para hablar, señaló la mesa de
los profesores. Lockhart, que llevaba una túnica de un vivo color rosa que combinaba con la decoración, reclamaba silencio con las manos. Los
profesores que tenía a ambos lados lo miraban estupefactos. Desde su asiento, Lyra pudo ver a la profesora McGonagall con un tic en la mejilla. Snape tenía
el mismo aspecto que si se hubiera bebido un gran vaso de crecehuesos.

—¡Feliz día de San Valentín! —gritó Lockhart—. ¡Y quiero también dar las gracias a las cuarenta y seis personas que me han enviado tarjetas! Sí, me he tomado la libertad de preparar esta pequeña sorpresa para todos vosotros... ¡y no acaba aquí la cosa!

LYRA BLACK, pjo & hpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora