18.

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Nat se volvió a mí y me dio una sonrisa de cómplice. Me sonrojé al instante.

―¿Qué pasa? ―le pregunté.

―¿Ustedes juntos de nuevo? ―Se cruzó de brazos―. ¿Están saliendo? ―inquirió curiosa.

―¡No! ―me apresuré―. No estamos saliendo, sólo... nos besamos y ya, unas cuantas veces. ―Me encogí de hombros, restándole importancia.

―¿Cuántas? Pensé que habían sido sólo dos.

Abrí mis ojos en sorpresa. «Mierda, debo escoger mejor esas palabras claves.»

―Sí, por eso, sólo fueron dos veces... ―expliqué tratando de no hacer contacto visual, porque lo sabía, sabía que si hacía contacto visual, por breve que fuera, le contaría todo.

―No, si hubieran sido sólo dos veces hubieras dicho un par, y tú no dijiste un par, dijiste unas cuantas... ―Ella parecía ir conjeturando cosas en su mente―. ¡Lo que significa que lo besaste de nuevo! ―exclamó apuntándome con su dedo índice.


Puse mis ojos en blanco y di un zapatazo al suelo.

―¡Ok! De acuerdo, sí: lo besé de nuevo. Pero no es la gran cosa. ―Fui hacia el centro de la sala y me dejé caer en el sofá.

―Sí, claro, no es la gran cosa ―se mofó ella, desplomándose a mi lado.

―Oye y... ¿hablaste con tus padres? ―cambié el tema.

Ella vaciló por un minuto antes de contestarme y sus ojos vagaron por la mesa de café frente a nosotras, donde parecía buscar respuestas a preguntar que no debían ser articuladas.

―Sí... Aun no quieren verme ―sonaba dolida―. Ellos dicen que soy la peor desgracia de la familia. Supongo que jamás conté con ellos en realidad ―su voz se quebró y soltó unas cuantas lágrimas que, avivadamente, secó con sus manos delicadas y lívidas.

―Tranquila, ellos recapacitarán en algún momento ―le di ánimos. Quería verla sonreír, creo que eso es lo que los verdaderos amigos quieren, ver sonreír a sus amigos a toda costa.

―No lo harán. Los conozco lo suficiente para saber que si no me querían antes de Sunshine, ahora mucho menos.

No pude evitar pasar mi brazo a su alrededor y hacer que colocara su cabeza en mi hombro.

―No te preocupes, siempre estaré aquí ―le prometí.


―¿Si te das cuenta de que esa es una promesa muy grande? ―preguntó con voz débil mientras se acurrucaba en mi hombro, pasando sus brazos alrededor del mío.

―No, el universo es grande, «siempre» es sólo un número indefinido. Y si alguna vez crees que quiero dejarte sola, te pido por favor que me recuerdes lo que te dije, aunque yo sé que nunca lo olvidaré.

Aunque no veía su cara, pude sentí en el ambiente su sonrisa.

―Gracias, Teddy.

―No hay de qué.

Nos quedamos en silencio por unos minutos. De pronto ella se separó y presentí que quería decirme algo.

―June, oye... ―Sorbió su nariz y me miró poniendo su mano sobre la mía―. ¿Puedes quedarte esta noche?

―¿Algo... como una pijamada? ―interrogué con una sonrisa escapándose por mis labios.

―Sí, sólo si tú quieres. Sé que tal vez Sunshine esté despierta toda la noche, pero...

TEDDY (vol. I, II y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora