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Papá uno estaba en la punta derecha de la mesa, papá dos en la otra, yo estaba entre mamá y Grace, y Carter entre su madre y Bree.

El ama de llaves servía la cena: ravioles. Amaba los ravioles rellenos de Rita. Con algo de suerte podría tragarlo sin sentir ganas de vomitar por la presión. El estrés estaba saturando mi cerebro tan rápido que podía sentir como mis músculos se tensaba con cada mirada posada en mí.

―Es guapo, Teddy ―me susurró Rita con cierto tono de emoción mientras dejaba una jarra de agua en medio de la mesa. Tropezó mi hombro e hizo bailar sus cejas de forma graciosa.

―¡Lo sé! ―susurré orgullosamente presumida.

Papá dos seguía serio. Su mirada azul enfocaba a Carter, y la expresión en su semblante era de severidad pura. Parecía que en cualquier momento sus escasos risos pelirrojos iban a convertirse en llamas de fuego ardientes y de sus ojos iban a emanar rayos X que destruirían a Carter en cenizas.

Yo estaba cada vez más nerviosa. De esto dependía el futuro de nuestra relación. No quería seguir mintiéndoles a mis padres, principalmente porque lo había hecho antes y ese sentimiento en tu estómago cada vez que te dicen «confiamos en ti» y te miran con esos ojos de borreguito, ese remordimiento que te retuerce las entrañas y no te deja dormir por las noches ―algunas veces―, es el peor sentimiento del mundo. E iba a dolerme que no aceptaran la relación entre Carter y yo, porque son mis padres y es lo que me hace feliz.

―Y cuéntame, Carter ―habló papá dos, apoyando sus antebrazos en el borde de la mesa―, ¿cómo te va con los estudios? ―Primera pregunta. El juego ha comenzado.

―Bueno, no vaya a decirle a nadie, pero estoy en cuadro de honor. ―Carter sonrió de oreja a oreja mientras picaba un poco de pollo de su plato.

―¿Es eso cierto, señora West?

Miré a Carter instantáneamente y articulé con mi boca sin pronunciar sonido: «¿Cuadro de honor?» Eso era una novedad. Joder, ni siquiera yo estaba en el cuadro de honor. ¿A caso estaba en el cuadro de honor anónimo? Porque jamás vi su nombre. Él se encogió de hombros y apretó los labios.

Papá dirigió una mirada menos intensa, pero igual de severa a la madre Carter. Ella tal vez era inmune a eso, porque sólo sonrió dulcemente.

―Sí. Carter siempre ha sido un buen alumno. ―Se rio un poco―. Aunque él es tan modesto que jamás quiere que nadie se entere. ―Se encogió de hombros.

Miré a Carter con una sonrisa. Él parecía abrumado por las palabras de su madre.

Mi padre asintió. El primer cabeceo de aprobación, eso es un punto.

El ruido de los tenedores contra el plato llenó la sala. Era un silencio mortal. De repente la mamá de Carter dejó sus cubiertos a un lado y me miró.

―Entonces, June... Carter me ha dicho que eres muy buena en la escuela, ¿es cierto? ―Me sonrió. Y de pronto las cosas dieron un giro drástico. Este era un cuestionario de ambas partes. La madre de Carter estaba indagando para saber sobre mí... exactamente lo mismo que estaba haciendo papá.

―Uhm, sí. No estoy en el cuadro de honor... pero supongo que me va bien. ―Estaba nerviosa. Lidiar con la mamá de tu novio no es fácil. Ella probablemente influye en el sesenta por ciento de las decisiones del chico en cuestión. No sabía a fondo cómo llevaba su relación con Carter, pero tampoco podría decir que no fuera algo irrelevante, porque sinceramente parecían una familia muy unida.

―Eso se oye genial. ―Su expresión se suavizó.

―Carter... ―pronunció papá. Aquí vamos de nuevo―.

TEDDY (vol. I, II y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora