31.

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Temprano. Muy temprano para un sábado.

Me levanté envuelta en el olor de Carter. Sonreí con sólo pensar que toda la noche yo había tenido su cara en mi mente.

Si había dormido unas tres horas, eso era mucho. Sunshine había estado levantándose para comer, llorar y no dejarnos dormir. Al final, se había quedado dormida a las cinco y media. Natalia de tumbó a su lado y hasta ese momento no se había movido. Tenía un miedo latente de que hubiera muerto o algo.

Me levanté y me quité la chaqueta. ¿Sería Carter un chico madrugador? Tenía que averiguarlo. No era una necesidad, era más que eso. Yo quería verlo. Entonces hice algo que no había hecho, aun con todo lo que pasaba entre nosotros. Tomé mi celular y marqué su número. Lo hice demasiado rápido. Cuando lo pensé mejor el teléfono ya estaba repicando. Entré en una especie de pánico y cuando oí su voz pronunciar un gruñido y somnoliento «¿Hola?», presioné la zona roja y arrojé el teléfono a la alfombra.

―Pobrecito, debe haber estado durmiendo y lo he despertado ―me lamenté con una mano sobre mi pecho, justo donde mi corazón latía tan rápido que mis oídos retumbaban. A veces me impresiono de cuanto puedo alarmarme.

―Iré a verlo, a ver como está. ―Una gran idea. Apresurada, pero tenía que hablar con él.

Mi corazón se detuvo, al igual que mi bulbo raquídeo cuando escuché mi celular sonar. Una estúpida sonrisa se extendió en mi cara. Rezaba porque fuera Carter devolviéndome la llamada. Me incliné y tomé mi celular que emitía la suave melodía de Give Me Love de Ed Sheeran. Cuando lo giré, no podía creer el nombre que aparecía en la pantalla.

―Oh, joder, vaya suerte.

Brice Sommers me estaba llamando.

Hace un mes me habría desmayado, ahora sólo quería que parara de sonar el teléfono. Estaba segura de que llamaba para acordar lo de la cita. «A buenas horas.» Yo no quería salir con él, me rehusaba a hacerlo. Quería a Carter, sólo lo quería a él, aunque jugara conmigo, no quisiera besarme y se comportara como un idiota egocéntrico algunas veces, yo estaba... enamorada de él, si es que así puede llamársele.

Así que decidí por mí misma que desobedecería a Carter. No pensaba salir con Brice principalmente porque no quería que él confundiera las cosas. Debía hablar y ser sincera con él, confesarle lo que estaba pasando entre Carter y yo, lo cual iba a ser difícil porque, es tan obvio, que ni yo misma sé que es lo que pasa.

Deslicé mi dedo sobre la zona verde de mi Samsung y llevé el celular a mi oreja.

―¿Hola? ―murmuré más bajo de lo que quería.

―Hola, ¿June? ―La voz dulce y profunda de Brice atravesó mi oído, entrando en mi cabeza hasta llegar al hipotálamo y lo atacó con el sentimiento de culpa―. Buenos días, linda, ¿te he despertado?

Mis hormonas hicieron: «Aww». Mi corazón decía: «No es Carter.»

―No, estaba despierta ―fue lo único que se me ocurrió, no tenía más palabras.

―Oh, genial. ―Él sonaba emocionado―. Te estaba llamando porque quería arreglar lo de nuestra cita ―comenzó―. Sé que te debo una disculpa por haberme tardado tanto, pero estuve todo este tiempo tratando de encontrar las palabras correctas para invitarte a cualquier lugar.

Hormonas: «Aww, ¡qué lindo!» Corazón: «¡Carter! ¡#TeamCarter!»

No, definitivamente no. Esto no sería una de esas locas películas donde la protagonista debe elegir entre el bueno que le conviene y el malo que está muy bueno. No soy Bella. No soy Bridget Jones. No soy Elena. Ni tampoco Hester. ¡Soy June! Y elijo a Carter. Punto.

TEDDY (vol. I, II y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora